Brutal agresión machista en Bilbo
Los restos óseos pertenecen a una única mujer que ya está identificada
Los restos humanos hallados en el domicilio y en el gimnasio de Juan Carlos Aguilar, detenido en Bilbo tras dejar en coma a una joven de una paliza, pertenecen a una única persona. Según fuentes de la investigación, se trata de una mujer adulta de nacionalidad colombiana y está identificada, aunque no se ofrecieron más detalles al respecto. El Hospital de Basurto, por su parte, informó ayer de que el estado de Ada, ingresada «extremadamente grave», había empeorado.
GARA | BILBO
Los restos humanos hallados en el domicilio y en el gimnasio del experto en artes marciales Juan Carlos Aguilar, detenido el domingo en Bilbo tras dejar en coma a una mujer de una paliza, corresponden a una única persona, según informaron a Efe fuentes de la investigación. Los resultados de los análisis han constatado de que se trata de una mujer adulta y que «está identificada», si bien la Ertzaintza no ofreció más detalles sobre su identidad.
La Policía autonómica había hallado en la vivienda y el gimnasio de Aguilar, Zen4, restos óseos de diferentes partes del cuerpo, como restos de manos y partes de una columna vertebral.
Según las mismas fuentes, estos restos no eran lo suficientemente significativos por sí mismos como para saber si pertenecían a un único cuerpo, aunque fuentes de la investigación citadas por Efe confirmaron finalmente de que pertenecen a una sola víctima.
Con estos resultados, la Ertzaintza logró despejar una de las principales incógnitas de este caso, porque hasta ayer se desconocía si los huesos hallados en el gimnasio ubicado en la calle Máximo Agirre de la capital vizcaina podrían corresponder a varias personas.
La víctima sería por tanto la que, según fuentes policiales, el detenido mencionó el lunes durante su declaración, en la que dijo que «creía» haber matado a una mujer el pasado 31 de mayo, aunque añadió estar «confuso» al respecto.
Preven una investigación larga
La Policía cuenta con que la investigación será «larga», tanto por los lugares que va a seguir registrando como por las pruebas que es preciso practicar. De hecho, los especialistas de la Policía científica continuaban ayer haciendo pesquisas en el gimnasio de Bilbo, mientras que buzos de la Ertzaintza siguen buscando otras evidencias que pudieran estar relacionadas con el arrestado.
Brutal agresión
Juan Carlos Aguilar fue detenido el domingo después de que una persona alertara a la Ertzaintza de que había visto cómo una mujer era obligada a entrar por la fuerza en el gimnasio Zen4.
Los agentes que acudieron al local tuvieron que tirar la puerta abajo con mazas para acceder al interior, donde encontraron inconsciente a Ada, de origen nigeriano. La joven, de 29 años, tenía ataduras en manos, pies y cuello.
La Ertzaintza confirmó el lunes que Juan Carlos Aguilar lleva dos años siguiendo un tratamiento por un tumor cerebral en un centro de Nafarroa, lo que al parecer podría alterar sus facultades.
A media tarde, el Hospital de Basurto informaba de que la situación de Ada, ingresada desde el pasado domingo y que se encontraba «extremadamente grave», había empeorado, por lo que se mantenían pendientes de su evolución durante esta pasada noche.
A la misma hora, cientos de amigos, allegados, conocidos y compañeras de profesión de Ada se concentraban en la plaza Doctor Fleming, a la entrada de la calle Cortes, para denunciar la brutal agresión machista que sufrió la joven mujer nigeriana, y para reclamar de forma vehemente «justicia» en este caso.
Al término de la concentración, Miriam Santorkuato, de la asociación Askabide, que trabaja con el colectivo de las prostitutas, recordó que estas «han sido hasta ahora absolutamente invisibles para la gran mayoría de nuestra sociedad. Ada, como casi todas las prostitutas, era absolutamente vulnerable. Este colectivo es tremendamente frágil porque tienen miedo, tienen miedo a denunciar, a las represalias». Además, mando un mensaje nítido a algunos representantes que se acercaron a la concentración: «Lo de Ada ha sido el caso extremo, pero las agresiones y violaciones son constantes, y hasta ahora, casi nadie se ha preocupado por los niveles de vulnerabilidad en laque viven estas mujeres».
Nada más acabar, los allegados de Ada se desplazaron hasta la plaza Indautxu, donde la Marcha Mundial de las Mujeres había convocado una manifestación hasta el gimnasio del agresor, donde participaron más de medio millar de personas.
Hegoa Ugalde, en nombre del colectivo feminista, recordó que este tipo de agresiones «no son un caso aislado, sino que se enmarcan en la lógica de un sistema capitalista patriarcal. Y cambiarlo no requiere de gestos de cara a la galería, sino de políticas publicas eficaces y que apuesten de verdad por la igualdad».
Además, destacaron que «en este caso, el color de piel y el estrato social al que pertenecía Ada hacen que se multiplique la opresión que de por si sufrimos todas las mujeres». Mikel PASTOR