Patxi Zabaleta | Coordinador de Aralar
Ramalazo ferroviario foral
El tren de Alta Velocidad -TAV- en Navarra, tal como estaba diseñado, hubiera sido un desastre para este territorio no solo en términos medioambientales, sino también en términos económicos y sociales. Navarra necesita modernizar el tren, adecuarlo a los parámetros europeos y propiciar un acceso correcto a los puertos de mar del entorno, es decir a los de Bilbao, Pasaia y Baiona. El transporte ferroviario está llamado a garantizar alternativas de recorridos razonables para viajeros e imprescindibles para mercancías. No cabe olvidar el error generacional, que constituye la red de alta velocidad solo para viajeros del Estado español.
El tren de alta velocidad y de «altas prestaciones» -TAP- ha sido paradójicamente uno de los temas más veces y peor tratado en el Parlamento de Navarra. Navarra, sin tener competencias, ha asumido riesgos económicos, ha empeñado fondos y ha asumido compromisos sin garantías y en peores condiciones por ejemplo que la CAV, habiendo firmado un insensato acuerdo financiero, que es ruinoso para Navarra. ¡En menudo lío nos han mentido estas cuadrillas del PSOE y del PP con sus ineptas -cuando no corruptas- franquicias forales. La ofuscación por la pseudo-cultura del cemento nos ha legado este desastre. Fue en estos debates parlamentarios en los que se apodó «ramalazo» al trazado del TAV a su paso por Navarra.
Incluso durante algunos años hubo unos alocados devaneos protagonizados por Palacios y Miranda, propugnando un trazado alternativo por Navarra, sin tocar Vascongadas. Es decir, Gibraltar, Madrid, Pamplona, París... y p'adelante! La hiper-estación de Pamplona se financiaría a cargo de un macro-pelotazo urbanístico propugnado por Sanz y otros iluminados de 8.000 o 15.000 viviendas. Cuanto más pan se corta, más migas caen.
La oposición al TAV hizo énfasis en razones medioambientales e ideológicas y ETA hizo una intervención y algunas amenazas, que es lo que estaban esperando los sacralizadores de hormigón: Contra los declarados violentos se justifi- caba cualquier cosa y crecía la corrupción
La actual coyuntura es una ocasión propicia para corregir estos desaguisados. La mal llamada «Y vasca», que es de hecho una «Y vascongada», no tiene hoy por hoy garantizada su conexión ni con la red europea, ni con la estatal, constituye otro desastre. Su diseño parece dibujado en algún batzoki con el mapa de la CAV en la pared. La única diferencia de la CAV con Navarra está en que el acuerdo financiero de la CAV establece el descuento en el cupo del concierto, que es lo que ahora pretende hacer a toda prisa el Gobierno de Barcina, para evitar la sangría de los intereses aceptados tan irresponsablemente por Sanz. La mejor conexión para Navarra es Vitoria-Gasteiz modernizando la actual vía.
De facto, la «Y vascongada» inviabiliza la alternativa de que el trazado de altas prestaciones Bilbao-Barcelona se desarrolle por Navarra, por cuanto su conexión Sur se diseña por Burgos. La «Y vasca» está pensada solo desde una visión vascongadista y constituye ahora un precedente imposible de reacomodar adecuadamente. La gestión que han hecho el PNV en la CAV y UPN en Navarra, en ambos casos con la colaboración de los socialistas y de las posturas ultras del PP, ha sido completamente inadecuada. El PNV en todos sus años de poder no ha sabido impulsar la conexión ferroviaria (de competencia autonómica) entre el puerto de Bilbao y el aeropuerto de Foronda, que hubiera posibilitado el «puerto seco» junto a Foronda y cerca de Gasteiz, lo que constituiría la localización más adecuada para dicha estructura.
Volviendo al caso del ramalazo ferroviario de Navarra, el PSN ha vuelto no solo a errar, sino también a incurrir en falta de responsabilidad, a no ser que tenga el inconfesado objetivo de apuntalar al agónico Gobierno de Yolanda Barcina. El PSN le ha propuesto a UPN volver a defender el modelo ya fracasado e imposible, y UPN, por supuesto, está más feliz que unas castañuelas dirigiendo la reacción.
Lo razonable sería no empecinarse en repetir errores del pasado, que tan caro le están costando a Navarra, y destinar a las políticas públicas y al impulso de la economía los fondos, que se están enterrando en este empecinamiento.