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«El nombre de la rosa»: la obra de Umberto Eco por primera vez a escena

La directora de Ados Teatroa, Garbi Losada, ha sido la principal responsable de escenificar, por primera vez, la célebre obra literaria de Umberto Eco. Un esfuerzo titánico que ha requerido la participación de cuatro compañías de teatro y un reparto que incluye 12 actores principales -liderados por Karra Elejalde y Juan José Ballesta- y 30 figurantes. El pasado 6 de junio se estrenó con gran éxito en el marco del Festival de Teatro Clásico de Cáceres.

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Koldo LANDALUZE

Dos monjes franciscanos ascienden por una ruta escarpada y zigzagueante que culmina a las puertas de una gran abadía benedictina ubicada en las alturas de los Apeninos septentrionales. En esta cumbre -a escasos metros de Dios y, por lo tanto, cerca de todo de lo que el hombre codicia de él-, una serie de acontecimientos han castigado la apacible rutina de una comunidad religiosa que vela el secreto que oculta su envidiada biblioteca. De entre la bruma del primer acto que se celebra esta fría mañana invernal de 1327, se asoman las siluetas de fray Guillermo de Baskerville y su joven pupilo Adso de Melk. El resto forma parte de un legado literario que primero cobró forma en la gran pantalla y que ahora se prolonga en los escenarios teatrales gracias al empeño que han demostrado cuatro compañías teatrales que han unido sus esfuerzos para llevar a cabo la primera versión escénica del clásico literario de Umberto Eco, «El nombre de la rosa».

Mientras todavía saborean el aplauso unánime de los espectadores que acudieron al estreno mundial que se celebró en el XXIV Festival de Teatro Clásico de Cáceres, GARA ha tenido la ocasión de conversar, entre representación y representación, con la directora de Ados Teatroa y responsable principal de esta adaptación, Garbi Losada. Con los nervios todavía presentes, Losada recuerda que «esta apuesta ha sido posible gracias a la colaboración de cuatro compañías: la extremeña Al Revés Producciones, la riojana Tres Tristes Tigres y las vascas Ados Teatroa y La Nave Producciones. Gracias a esta unidad, obligada debido al gran formato que exigía la obra y los problemas que siempre conlleva la crisis, ha sido posible concretar sobre el escenario ese particular y fascinante universo literario recreado por Eco en las páginas de su novela».

La novela original supone un fascinante juego para quien sabe desenvolverse en la trastienda de la cultura medieval, disfrazada de crónica policiaca, a lo largo de sus páginas nos adentramos en un mundo cambiante y salpicado de multitud de citas y personajes históricos descritos mediante diferentes niveles de lectura que tienen su raíz teórica en Gruppo 63 -un movimiento neovanguardista al que perteneció Umberto Eco- y en la totémica presencia del polémico pensador franciscano Guillermo de Ockham, personaje que, junto al Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, dio sentido y significado al protagonista central de la historia, Guillermo de Baskerville. De esta manera, el lector se adentra en un juego de secretos y códigos encerrados en una obra escrita por un cansado y ya anciano Adso de Melk, que sella en el epílogo un último y definitivo enigma que da sentido al título: «Dejo este texto, no sé para quién, este texto, que ya no sé de qué habla: stat rosa pristina nomine, nomina nuda tenemus».

«Este proyecto escénico nació hace ocho años -recuerda Garbi Losada-, cuando por primera vez quise adaptar esta obra. Al principio no obtuvimos el permiso de Umberto Eco para poder realizarla. Pero, con paciencia y tras enviarle varios borradores, intercambiar unas cuantas cartas y tras leer el texto final, dio su conformidad. Por ahora no hemos tenido un encuentro cara a cara con el autor y por supuesto que deseamos que él pueda visionar el resultado de este trabajo tan complejo, sería todo un honor para nosotros. Por cierto, estos días, y tras el fallecimiento de Tom Sharpe, he recordado el día que acudió a visionar nuestra adaptación de«Wilt». Era un hombre encantador, siempre sonriente».

En relación al encanto que emana de este clásico moderno de la literatura, la directora de Ados Teatroa lo tiene muy claro: «Aborda diversas cuestiones que, a pesar de ser escenificadas en la Edad Media, tienen una gran vigencia hoy en día. Como por ejemplo el debate intenso que se celebra en torno a la pobreza, el oscurantismo y la luz, el poder, la risa... Eco, además, cuenta con varios estudios relacionados con este periodo histórico en los que manifiesta los singulares paralelismos que hay entre nuestra Edad Moderna y aquella Edad Media».

Otro de los aspectos que destacan en el best seller de Eco es su complejo engranaje argumenta, en el que se dan cita diversas cuestiones históricas engarzadas a través de un thriller: «Con la Edad Media como telón de fondo -añade la directora-, en `El nombre de la rosa' confluyen los relatos detectivescos de Agatha Christie y la llamada novela culta, y todo ello da como resultado una atractiva aventura laberíntica, que participa de las características propias de la novela policiaca, la crónica medieval o la alegoría narrativa. A mí me gusta su engranaje argumental porque incluye múltiples golpes de efecto que te atrapan. Su reconstrucción del mundo medieval es prodigioso, porque nos descubre las diversas corrientes de pensamiento que existían por aquel entonces».

Llegados a este punto, resulta obligado citar el nombre de Guillermo de Baskerville, el monje franciscano del siglo XIV que, marcado por su traumático pasado como inquisidor, asume la misión de viajar a una remota abadía benedictina para organizar una reunión determinante entre una delegación papal y el emperador, en la que se discutiría sobre la supuesta herejía de una rama franciscana y se abrirá un tenso debate acerca de la pobreza. Sin embargo, a su llegada a esta remota abadía y debido a su gran fama de hombre perspicaz e inteligente, el abad encargará a far Guillermo investigar la extraña muerte de un monje para, de esta manera, evitar el fracaso de la reunión. El abad le concede libertades extraordinarias en la abadía, con el fin de dilucidar cuanto antes este misterio de reminiscencias apocalípticas. Guillermo de Baskerville llega a la abadía en compañía de un novicio, Adso de Melk, hijo del barón de Melk, quien asume el rol de cronista y relata desde su perspectiva las vivencias ocurridas en esta abadía.

Las deducciones de Fray Guillermo le acercan cada vez más a la verdad, al tiempo que nuevas muertes dificultan la labor de su mentor.

«Guillermo de Baskerville -dice Losada- es un personaje fascinante, repleto de matices y que personifica la reflexión y el pensamiento en ese periodo histórico tan oscurantista y criptográfico. Karra Elejalde ha llevado a cabo un magnífico trabajo y ha sabido dotar al personaje de una gran calma y, al mismo tiempo, una gran presencia física. La compenetración con su discípulo Adso de Melk es total y la química entre Karra Elejalde y Juan José Ballesta, que interpreta a Adso, resulta determinante para mantener el interés de la obra durante sus dos horas de duración. Es la primera ocasión en la que Juan José Ballesta se sube a un escenario y está disfrutando muchísimo de esta experiencia. El papel de Adso, lejos de ser secundario, figura entre los más destacados de la narración y no sólo porque ejerce funciones de narrador en la novela. En nuestra obra hemos querido subrayar ese particular viaje iniciático que protagoniza junto a su maestro. Cuando llega a esa abadía es un niño y a medida que se suceden todos y cada uno de los episodios de los que será testigo, su propia mentalidad cambiará por completo y su transformación intelectual se completará gracias a lo que él ve y, por supuesto, a los consejos y acciones que protagoniza su maestro».

Celosa guardiana de un secreto escrito que no debe ser ni revelado ni leído, la abadía vivió su gran momento de gloria antes de desaparecer pasto de un incendio devastador. Durante su apogeo, este orgulloso edificio era de forma octogonal que de lejos parecía un tetrágono, figura perfecta que expresaba la solidez e invulnerabilidad de la Ciudad de Dios. La arquitectura de su edificio más emblemático -la biblioteca- era la de un laberinto de escaleras que no conducían a ninguna parte, salas que reflejaban otras salas, espejos, hojas de vidrios con ondulaciones, corredores sin salida, puertas ciegas. Este fue el singular microcosmo que fue celosamente vigilado por aquel fray Jorge de Burgos que fue creado a partir de otro venerable ciego llamado Jorge Luis Borges.

En nuestro intento por saber cómo ha sido resuelta la complejidad que suponía escenificar esta abadía, Garbi Losada nos revela que, «sin duda alguna, ha sido uno de nuestros mayores quebraderos de cabeza porque la propia abadía es, en sí misma, uno de los personajes centrales de la obra. A tenor de los comentarios recibidos, creo que hemos acertado en la resolución de este problema transformando la abadía en un libro cuyas páginas sirven de escenario móvil a los diversos episodios que recrea la trama. Es un libro cambiante, que respeta el misterio que imaginamos al leer el original de Eco gracias a una sutil combinación de luces tenues, sombras y rincones que remarcan la arquitectura medieval y el oscurantismo de aquella época».

Reminiscencias de una abadía ya visitada
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