LA JORNADA, Editorial 2013/6/10
Washington, de nueva cuenta exhibido
(...) En conjunto, tanto las actividades de espionaje desarrolladas por Washington contra sus propios ciudadanos como la respuesta de ese gobierno ante la difusión de las mismas dan cuenta de un persistente deterioro moral de las autoridades estadunidenses y de una perversión en el ejercicio del poder público (...).
Dicho patrón de conducta llegó a niveles particularmente exasperantes durante la administración de George W. Bush, con la aprobación de la llamada Ley Patriota -diseñada por el ex secretario de Justicia, Alberto Gonzales-, que legalizó, entre otras cosas, el espionaje sin orden judicial de ciudadanos estadunidenses, los allanamientos de morada y la detención por tiempo indefinido y sin derecho a juicio de extranjeros que a ojos de las autoridades resultaran sospechosos de terrorismo.
El gobierno de Obama, por su parte, no ha podido o no ha querido revertir esa práctica autoritaria y abusiva y, según puede verse, se ha sumado a ella, en uno de los muchos hilos de continuidad respecto del gobierno de su antecesor.
Tanto más preocupante y sintomática resulta la propensión del actual mandatario a emprender acciones de persecución en contra de quienes han tenido el valor de hacer públicos la ilegalidad, la barbarie y el atropello cometidos al amparo del poder planetario. (...)
La reacción de la Casa Blanca ante este tipo de episodios deja ver una enorme distorsión en el pensamiento oficial de Estados Unidos, el cual no alcanza a comprender que la verdadera amenaza a la paz mundial, a la seguridad de los estadunidenses dentro y fuera de su territorio y a la concordia de la comunidad internacional no es otra que el profundo deterioro humano, moral, jurídico, político y diplomático en el que se encuentra hundido el autodenominado defensor de la paz, la legalidad, la democracia y la seguridad mundiales.