M. Carmen Basterretxea | Doctora en Filosofía, Ciencias de la Educación y Antopología Social
Pobreza infantil y «Atsolorra»
Es necesario que estos ritos vascos adaptados al contexto actual se hagan realidad. Estamos en una situación de emergencia nacional
En las últimas semanas nos están bombardeando con noticias que se dan a conocer como «sucesos aislados», y que si las relacionásemos entre sí, y en el actual contexto de crisis estructural que padecemos, nos muestran en toda su crudeza los síntomas de una sociedad patológicamente enferma, y que es necesario transformar.
Un síntoma de la crudeza de la crisis que estamos sufriendo es lo que se ha denominado como «pobreza infantil». Dos de cada diez niños de la Unión Europea viven en situación de pobreza. En el Estado español este porcentaje asciende a un 24%, según Eurostat, y hace unos meses un informe del Ararteko nos informaba que, en la «Comunidad Autónoma Vasca», más de 35.000 niños y niñas menores de 15 años (11,7%) viven en hogares que se encuentran en riesgo de no poder cubrir sus necesidades básicas. Con lo cual dentro de poco tiempo hablaremos de desnutrición infantil en Euskal Herria. Otro síntoma de alarma social es la destrucción de la vida de nuestros jóvenes a causa de las drogas. A consecuencia de ello muchas familias reciben llamadas nocturnas de algún hospital en las cuales les comunican que su hijo o hija está ingresado a causa de un coma etílico. Los síntomas señalados no solo son la consecuencia de un modelo económico que hay que transformar, además son la consecuencia del modelo cultural patriarcal que no es propio de Euskal Herria.
En el modelo cultural que tuvo nuestro pueblo había «ritos de paso vascos» que conformaban una cosmovisión y se participaba de unos valores muy distintos a los de la sociedad actual.
En los «ritos de paso vascos» hay dos ritos que, en estos momentos, son fundamentales y necesarios para nuestros hijos e hijas. El primero de ellos es el Atsolorra, «Rito de Nacimiento Vasco», cuyos últimos resquicios estaban presentes en Ereñotzu en los años 70. Rito que se ha recuperado en esta localidad y en Urduña. El «Atsolorra» significa, aparte de ayudar a la madre y al recién nacido en el parto y en su recuperación, que la comunidad reconoce a la nueva criatura y que es la propia comunidad la que adquiere el compromiso de proteger y cuidar a este recién nacido en su infancia. Con lo que el recién nacido no es solo de la madre o del padre, sino que es también de la comunidad. Si existiese el Atsolorra en todos los lugares de Euskal Herria, estos niños que por causa de la crisis actual están pasando hambre estarían atendidos y cuidados por la comunidad.
Para cuando los niños comenzaban su adolescencia, en la cultura vasca, como en otras, existía un «Rito de Paso» cuyo nombre es Gazte Dantza, «Danza de jóvenes», rito que permaneció vivo en algunos lugares de Nafarroa hasta comienzos del siglo XX, y que fue demonizado y destruido por la actuación de la Iglesia. En este rito, los niños y niñas, a los 11 o 12 años aproximadamente, se reúnen para danzar juntos por las calles del pueblo. Esta danza duraba muchas horas y era de disfrute, risa, bulliciosa entre estos jóvenes. Este acto significa por una parte la despedida de la niñez y por otra el reconocimiento social de que estos niños y niñas inician su adolescencia, un nuevo camino hacia la juventud, con otras responsabilidades en los quehaceres diarios y con la aceptación social de que estos jóvenes comienzan a experimentar sus relaciones sexuales.
Al perder los «ritos de paso», en este caso los «ritos de paso Vascos», nuestros hijos e hijas quedan en el abandono. Este abandono en la niñez significa pobreza infantil, hambre, tristeza y un futuro incierto. En la adolescencia significa que no les damos el reconocimiento social de quienes son. Sin ese reconocimiento, ellos no saben cuándo son adolescentes, si continúan siendo niños o jóvenes, por lo que no saben cómo actuar ante la vida. Para ellos, el único «rito de paso» que le ofrece la sociedad patriarcal actual para comenzar el caminar a ser adultos es el de introducirse en las drogas, alcohol, (algunas situaciones que se ven en los Kilometroak, Ibialdia... nos deberían hacer reflexionar sobre este asunto). Una vez pasados unos años en el consumo de drogas, se convierten en adultos, aunque muchos de ellos quedan en la drogadicción y otros han perdido la vida.
Es necesario que estos ritos vascos adaptados al contexto social actual se hagan realidad. Estamos en situación de emergencia nacional.