La sucesión de despropósitos en torno al TAV en Nafarroa no tiene fin. El consejero de Obras Públicas hizo ayer otros dos anuncios sorprendentes. El primero, que asumen que el Estado no cumplirá su parte al menos hasta 2024, lo que supone un retraso de casi una década respecto al convenio que establecía su entrada en funcionamiento para 2015. El segundo, que tampoco ello altera su intención de seguir construyendo el tramo Iruñea-Castejón, que enlazarán luego hacia Zaragoza y Gasteiz a través de una fórmula provisional: el llamado tercer hilo.

Zarraluqui añadió que esperan que tanto el tramo Iruñea-Castejón como ese tercer hilo estén listos para 2018, de modo que el apaño únicamente tendría una vigencia de seis años. Cada kilómetro de esta solución provisional cuesta entre uno y dos millones de euros (bastante menos, en cualquier caso, que el TAV, que sale a unos diez millones, sin contar el costosísimo mantenimiento). No parece que merezca la pena tal gasto para un periodo de apenas seis años, pero es que el consejero también dejó caer que no pone la mano en el fuego por que Madrid cumpla esta segunda fecha de 2024. Cuando se le pidieron garantías al respecto, dijo que «es muy difícil hablar de eso» porque todo dependerá de la evolución de la crisis y de las arcas estatales. «Yo creo que sí se acabará construyendo, esperemos que sea en 2024, y si no, en fechas inmediatamente posteriores», expuso como deseo.

Las concreciones del consejero, en una jornada técnica celebrada en Iruñea, confirman que el Gobierno navarro está reprogramando todo el TAV junto al Estado. Pero ni siquiera sabe cuándo Madrid le firmará un nuevo convenio en lugar del actual, reducido a papel mojado.