Los talibanes afganos abrieron ayer una oficina diplomática en Qatar, un paso crucial para el inicio de unas negociaciones de paz que permitan la retirada de las tropas de EEUU y de la OTAN del escenario afgano en 2014.

Consciente de que sin las tropas ocupantes la caída de Kabul en manos de la rebelión talibán sería cuestión de tiempo y podría desembocar en una guerra civil que retrotraería al país a la década de los noventa, Washington propuso la apertura de una sede en Doha para los talibanes, imponíendo el criterio a su reticente hombre en Kabul, el presidente Hamid Karzai.

Los talibanes y Washington iniciaron en ese marco conversaciones preliminares en enero de 2012 que los primeros denunciaron tras reiterar como condición previa la puesta en libertad de cinco de sus cuadros prisioneros en Guantánamo y un compromiso de retirada de todos los soldados extranjeros de Afganistán.

EEUU planea mantener un contingente de reserva -y otro de la OTAN- tras la retirada a finales de 2014 y pone como condición que los talibanes acepten la Constitución aprobada en plena ocupación y que rompan todos sus lazos con Al Qaeda.

Cruce de mensajes

Con la apertura de la oficina diplomática talibán en Doha, las dos partes han comenzado a enviarse señales. En un comunicado, el Emirato Islámico de Afganistán (la comandancia talibán) señaló ayer en un comunicado que «no permitiremos a nadie amenazar a otros países desde territorio afgano» y reiteró «el principio de una solución política y pacífica que ponga fin a la ocupación de Afganistán y que garantice al país un régimen islámico y de seguridad».

Desde EEUU, un responsable auguró un encuentro en breve con los talibanes. «Creo que EEUU tendrá una reunión, la primera en años, con los talibanes en los próxios días en Doha», señaló esta fuente, que anunció que ese encuentro marcará en su caso «el inicio de un proceso muy complicado».

Por de pronto, uno de los miembros más destacados de la delegación talibán en Qatar es Tayeb Agha, antiguo jefe de gabinete del mulah Omar.

Quien no lo tiene más fácil es el presidente del Gobierno títere de Kabul. Karzai anunció que miembros del Alto Consejo para la Paz, creado en 2010, se desplazarán a Qatar. Pero los talibanes, que mantienen la iniciativa militar desde hace años, se han negado hasta ahora a dialogar con «la marioneta de EEUU».

Control y atentados

Ayer mismo, el Gobierno de Kabul asumió el control teórico de la seguridad en todo el país.

El proceso de transferencia, iniciado en julio de 2011, culminó oficialmente con el relevo en el control de 912 distritos de once provincias del sur y este del país, los territorios con mayor presencia de los talibanes y de otros grupos de la resistencia afgana a la ocupación. El secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, estuvo presente en la ceremonia, «saludada» con un atentado dos horas antes de su inicio que tenía como objetivo al líder de la minoría hazara (chií) y aliado de Karzai Mohamed Mohaqiq.

El atentado contra su casa se saldó con tres civiles muertos y 24 heridos y es el último de una serie de ataques llevados a cabo en el corazón de la ultravigilada capital afgana.

Mohaqiq, que salió ileso, está llamado a jugar un papel central en las elecciones, a las que Karzai no puede presentarse por haber completado dos legislaturas. Su futuro se antoja más cerca de Nueva York que de Kabul.