Ray Allen abandonaba los Boston Celtics y se iba a los Miami Heat para optar por un anillo. Durante buena parte de la temporada, el fino escolta parecía ejercer de simple comparsa, sin ninguna relevancia en el devenir de su franquicia. Hasta el sexto partido de la final.

San Antonio ganaba 92-95 a escasos segundos del final, toda vez que Kahwi Leonard perdonaba la vida a Miami al errar un tiro libre. LeBron James, autor de otro «triple doble» con 32 puntos, 11 asistencias y 10 rebotes, se la jugaba de tres, pero fallaba. El rebote caía para los locales, y la bola más ardiente, para Ray Allen. A cinco segundos del final, el ex de Boston se levantaba y clavaba el empate a 95. Parker fallaba el buzzer beater -no fue el día del base francés, con un 6 de 23 en la carta de tiro- y el sexto encuentro se iba a la prórroga. El American Airlines Arena, que vio que su equipo llegó a ir con 15 puntos de desventaja, respiraba.

En el tiempo extra, San Antonio volvió a tomar ventaja, pero LeBron James, a falta de un minuto y medio, adelantaba a Miami 101-100. Una serie de errores se sucedieron entonces, culminado por una penetración de Ginóbili parado en falta por Ray Allen, una falta no pitada por los colegiados debido al extenso tráfico en la zona. «Los jugadores siempre piensan que le hacen falta y que ellos no la hacen nunca. Tendría que ver la jugada, pero si la fue y no pitaron, ¿qué gano?», se preguntaba tras el encuentro un frustradísimo «Manudo».

Después de esta jugada del escolta argentino, Ray Allen tuvo que acudir a la línea de tiros libres, y no le tembló la muñeca. Eso sí, San Antonio tuvo una última oportunidad, pero un tapón de Bosh sobre Green certificó el triunfo de Miami por 103-100, un triunfo que fuerza el desempate.

En este sexto envite los Spurs llevaron la iniciativa de forma casi absoluta. Pese al partidazo de LeBron James, los texanos llevaron el tempo gracias a un Duncan descomunal -30 puntos y 17 rebotes-. Miami apretó atrás para remontar, pero en los dos últimos minutos les entraron los nervios y se vieron 89-94 a 28 segundos.

San Antonio lo tuvo en su mano, pero los discípulos de Greg Popovich también son humanos, y además se toparon con un Ray Allen mágico.