Anjel Ordóñez | Periodista
Solsticio de verano y memoria del fuego
La tradición pagana encomienda a las hogueras de San Juan la misión de enviar energía al sol cuando el astro esencial se acerca a su ocaso al finalizar el día más largo del año, al comenzar la noche más corta. A partir de ese momento, cada crepúsculo llegará un poco antes y cada amanecer se irá retrasando paulatinamente hasta alcanzar el siguiente solsticio, el 21 de diciembre, a las puertas de la Navidad. Como parte de ella, el ser humano siente el impulso atávico de celebrar los ciclos de la naturaleza, y a hacerlo además en clave festiva. Miles de hogueras se encendieron la noche de San Juan en Euskal Herria, para cumplir deseos de renovación y purificación acumulados durante un invierno que se resiste a abandonarnos.
Sin embargo, el fuego no siempre es purificador. En Zalla, el 21 de junio también fue el primer día del verano, pero, sobre todo, sus vecinos celebraron el Día de la Memoria. Porque esta localidad vizcaina nunca olvidará aquel 21 de junio de 1937 en el que la aviación fascista al servicio del ejército español sublevado atacó la localidad incendiando sus calles y causando numerosas víctimas mortales entre la población civil. Hasta Zalla se habían desplazado en esas fechas numerosos refugiados (aproximadamente 10.000 personas) que trataban de escapar de los fusilamientos ordenados tras la caída de Bilbo en manos de las tropas de Franco. A primera hora de aquella fatídica mañana, las sirenas hacían un desesperado intento por advertir a la población de las criminales intenciones del general Emilio Mola Vidal, del mariscal de campo Wolfram von Richthofen y de su infame Legión Cóndor. Ese aviso salvó muchas vidas, pero no todas. El paso de los trimotores sobre el cielo de Zalla dejó tras de sí un lacerante rastro de destrucción y muerte.
Por eso en Zalla, cada solsticio de verano y mientras preparan sus hogueras de San Juan, también renuevan el tributo, en forma de memoria indeleble, «a los vecinos que lucharon, sufrieron y murieron por defender la convivencia, la justicia social y la democracia en Euskal Herria». Y a ello añaden una firme exigencia: la del reconocimiento y reparación del daño causado por parte de los gobiernos de los estados responsables. Que lo son.