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CRíTICA | «Después de mayo»

Una sola generación no puede cargar con la revolución

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Lo siento por los que no se han identificado con «Après mai», pero para otras generaciones es difícil comprender lo que sentímos y vivímos quienes fuímos jóvenes en los 70. A los del Mayo del 68 se les sigue cargando con una responsabilidad histórica desmedida, como si fueran culpables del fracaso revolucionario, y es el que el pensamiento burgúes se ha encargado de contagiar a todas las capas sociales con su tramposa filosofía del éxito. La lucha contra el sistema es permanente y se alimenta de sus propias contradicciones. Y eso vale igual para los airados adoquineros de las viejas revueltas estudiantiles y para la muchachada buenrrollista del 15-M.

El retrato generacional firmado por Olivier Assayas en «Après mai» es digno de ser suscrito por todos sus coetáneos, por lo que tiene de autobiográfico. Para que no queden dudas de su carácter testimonial, el cineasta retoma a la pareja de su película de 1994 «L'eau froide», unos Gilles y Christine en constante debate emocional e ideológico. Son fieles a la causa mientras permanecen dentro del grupo de activistas, pero cuando llegan el verano y las ansias de viajar se produce la dispersión. El propio Gilles sufre de esta dualidad, hasta el punto de que las dos chicas entre las que no termina de decidirse representan su división interna entre el compromiso colectivo y el individualismo liberador. Con Christine existe una conexión política, y con Laure encuentra la inspiración creativa.

A diferencia de «Soñadores» de Bertolucci, el futuro planteado en «Après mai» se llena de incógnitas, que al día de hoy no han quedado despejadas. El joven protagonista, en un hallazgo interpretativo de Clément Métayer, personifica con absoluta naturalidad los dilemas derivados de la utilización del arte como instrumento de cambio. En aquellos años existía la autoimposición de rebelarse contra todo lo anterior, y por eso se siente obligado a hacer un cine militante en contra del oficio artesanal de su padre, adaptador para televisión de los casos del Inspector Maigret escritos por Georges Simenon. La realidad posterior consfirma que incluso el cine publicitario ha asimilado los experimentos de Godard.

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