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Belén MARTÍNEZ | Analista social

Cese y agradecimiento

 

Una advertencia: no es mi intención evaluar el desempeño ni las competencias profesionales de nadie en particular. En la Administración Pública, la dimisión de un cargo de confianza siempre viene acompañada de un discurso de agradecimiento por los servicios prestados. Según el diccionario de la RAE, el verbo «cesar» es intransitivo. Esto significa que debemos decir: «Pucca ha cesado». El enunciado «Han cesado a Pucca» no sería correcto. Así es en la república de las letras.

En la vida real, el hecho de cesar a alguien es algo habitual. Por lo tanto, la renuncia puede ser voluntaria: te vas porque tú quieres; u obligada: no te vas, te echan conminándote a volver por donde has venido. Un te vas, sin autocrítica infamante, acompañado de la típica palmadita en la espalda. Nadie es indispensable en ningún sitio. A rey muerto, rey puesto, dice el refranero.

Los brindis a la persona dimisionaria o dimitida forzosa suelen consistir en frases hechas. ¿O deberíamos decir solían? Porque hete aquí que, el pasado viernes, ante la renuncia de la que fuera coordinadora y gerente de la Fundación Donostia-San Sebastián 2016, el alcalde donostiarra, tras reconocer que Eva Salaberria había realizado «un trabajo increíble», señaló que la dimisionaria es «una enamorada del 2016, como nosotros seguimos enamorados de Eva». Nunca había imaginado una muestra de admiración profesional expresada en esos términos.

El panegírico poético de Izagirre supera aquel «queremos tanto a Glenda» cortazariano. ¿Habría hecho el alcalde la misma declaración de «amor» si, en vez de una mujer, el dimisionario fuera un hombre? Se admiten apuestas.

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