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joseba permach | responsable institucional de sortu

Lo que esconde el biombo del PNV

El autor utiliza el biombo tras el que la exalcaldesa de Zizurkil envió a una ciudadana a buscar la firma de su marido como metáfora para denunciar la opacidad de la gestión jeltzale en Gipuzkoa. Enumera para ello conocidos casos como la defensa a ultranza de la incineradora, operaciones inmobiliarias con pérdidas millonarias, el régimen especial de Sociedades de Promoción de Empresas, los contratos blindados...

Zizurkil, fin de semana pasado. «Consulta» contra el sistema de recogida de residuos Puerta a Puerta. Una ciudadana se acerca a la mesa con la intención de votar por su marido, pero no lleva el documento, firmado por este último, que supuestamente certifica la delegación. Una de las supervisoras, concejala y juntera del PNV -y alcaldesa en este municipio en la etapa de ilegalización de la izquierda abertzale- indica a esa persona que vaya detrás del biombo: por arte de magia, a los pocos segundos, dicha ciudadana sale de detrás del biombo con el voto «firmado» por su marido. La exalcaldesa y juntera jeltzale acepta el voto; otra juntera de este partido, presente en la mesa, ni se inmuta. Todos hemos podido ver el video esta semana en internet: del biombo a la urna. No fue esta la única irregularidad detectada en el remedo de consulta: un ciudadano, que no está empadronado en Zizurkil, demuestra en otra grabación cómo pudo votar, de forma «delegada», por otra persona que desconocía la intención del primero de votar en su nombre. Un pucherazo en toda regla en el que concejales y junteros del PNV de Tolosa, Villabona o Astigarraga ejercieron de supervisores, mientras se negaba a los propios ciudadanos de Zizurkil hacer un seguimiento del supuesto referéndum (ahora ya sabemos por qué). Un espectáculo bochornoso que retrata a sus protagonistas.

El biombo de Zizurkil escondía un fraude político vergonzante. Y gracias a determinados ciudadanos y medios de comunicación ha quedado en evidencia. No solo eso: también ha quedado desnuda la estrategia manipuladora de un partido, el PNV, que está dispuesto a engañar a la opinión pública y a desvirtuar y convertir en caricatura grotesca el principio de la participación ciudadana con el único objetivo de desgastar a Bildu y de defender los negocios que le atan al proyecto de la incineradora de Zubieta. Se trata de una burla a la democracia que debería producir sonrojo a cualquier observador medianamente objetivo.

Hay motivo para el escándalo, por supuesto, pero no para que nos extrañemos. Durante décadas, el PNV ha hecho del biombo un instrumento imprescindible de su quehacer político en Gipuzkoa: en su parte trasera ha tomado medidas y decisiones fundamentales para su estrategia política, fuera de la mirada de la opinión pública. Se trata de esconder la realidad, de camuflarla, para poder presentarse luego como buen gestor y defensor de los intereses de la ciudadanía guipuzcoana. Y el biombo es una herramienta perfecta para ello: construido con el impulso de los grupos de presión del territorio, con la velada connivencia de otras fuerzas políticas y con la descarada cobertura de los principales medios de comunicación, el biombo ha permitido hacer y deshacer al PNV en asuntos fundamentales para Gipuzkoa sin que la ciudadanía tuviera conocimiento de nada. La razón es obvia: las decisiones que se tomaban en ese oscuro espacio no respondían de ninguna manera a las necesidades de los guipuzcoanos.

En Gipuzkoa el PNV ha generado una deuda de 900 millones en la gestión de las carreteras (Bidegi); unos sobrecostes que suponen casi 300 millones de desfase; ha hecho previsiones de tráfico totalmente desastrosas para las autopistas que dificultan actualmente el mantenimiento de las mismas... Y eso lo ha hecho durante años sin que la ciudadanía tuviera conocimiento de ello.

En Gipuzkoa el PNV se ha empeñado en la construcción de una incineradora que sabe absolutamente innecesaria e inviable (como el mismo diputado de Medio Ambiente de Bizkaia reconoce); ha llegado a tomar decisiones de calado, en este tema, pocos días antes de salir de la Diputación y dejar la dirección del Consorcio de Residuos, con el único propósito de impedir que Bildu realizara su labor; ha contratado productos especulativos con dinero público imitando a los broker de la bolsa de Nueva York... Y todo eso también lo ha hecho en la parte trasera del biombo.

En Gipuzkoa, el PNV ha generado a la ciudadanía una pérdida de cerca de 20 millones de euros en operaciones inmobiliarias, financiadas con dinero público, en las que se han adquirido terrenos sin tasarlos previamente y pagando el doble de lo que realmente valían (La Florida, Hernani); operaciones que han llevado a la ruina a una sociedad pública como Etorlur; operaciones de las que el PNV se niega a hablar... Datos y cifras totalmente desconocidos, durante años, para la opinión pública del territorio.

En Gipuzkoa, el PNV, a través del régimen especial de Sociedades de Promoción de Empresas, había construido un pequeño paraíso fiscal, un coladero de empresas, que algunos aprovecharon para eludir impuestos, como Rafa Nadal; la empresa Glass Costa Este Salou también tenía un domicilio social ficticio en Gipuzkoa para acogerse a las ventajas fiscales; se han condonado sanciones millonarias, impuestas por haber desatendido obligaciones tributarias; se han subvencionado de manera ilegal a corporaciones, a través de las denominadas «vacaciones fiscales»... Todo ello, tras la mampara opaca.

En Gipuzkoa, el PNV se ha dedicado a hacer contratos blindados sin ningún tipo de justificación; ha pagado comidas de miles de euros a la banca con el dinero de todos; ha utilizado los fondos públicos de manera irresponsable... Y, evidentemente, esto también lo ha hecho tras el biombo. ¿Dónde lo iba a hacer?

Estamos ante medidas y actuaciones que han beneficiado a la banca, a determinadas empresas y, por supuesto, al propio PNV, y que han puesto lo público al servicio de intereses privados. Por eso se tomaron tras el biombo: con el aplauso del poder económico del territorio (Adegi), con la colaboración, activa o pasiva, de ciertos partidos políticos (PSOE y PP) y, por supuesto, con la inestimable ayuda de determinados medios (encabezados por «El Diario Vasco»), encargados de filtrar la información y de evitar que nadie mirara tras la mampara.

Sin embargo, el PNV y el resto de agentes que construyeron el biombo deben ser conscientes de que ese parapeto, igual que el de Zizurkil, se ha caído. Que es demasiado burdo salir con acusaciones de espionaje, cuando lo único que se hace es poner la realidad de nuestras instituciones sobre la mesa para tomar las medidas adecuadas. Que la ciudadanía exige transparencia y una gestión rigurosa del dinero público; que no está dispuesta a asumir que se invite a banqueros a comer angulas con su dinero -y mucho menos, que se haga a escondidas-. Deben entender que la época de conciliábulos y reuniones semi-secretas ha terminado. Que las decisiones fundamentales de un territorio no se pueden tomar en oscuros foros como Gipuzkoa Aurrera -en el que, además, participaba el empresariado, pero ningún representante sindical-. Que la política no se hace tras la mampara, sino ante la ciudadanía. Que los representantes públicos deben rendir cuentas de sus actuaciones. Que desde las instituciones guipuzcoanas se está trabajando con ahínco para que este tipo de actuación política sea una rémora del pasado. Deben entender, por tanto, que el biombo ha caído para siempre. Y que todos los representantes políticos, absolutamente todos, están ahora desnudos, y cada uno con su responsabilidad, ante la ciudadanía.

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