the guardian, Editorial 2013/6/26 (Traducción: GARA)
Edward Snowden: la historia será amable con él
Ningún gobierno ni burocracia quiere a un denunciante. Aquellos que filtran información oficial a menudo son denunciados, procesados o manchados. Cuanto más grave es la filtración, más feroz es la persecución y mayor es el castigo. Edward Snowden sabía todo esto antes de contactar con este diario para revelar algunas de las cosas que le preocupaban sobre el trabajo, el alcance y la supervisión de las agencias de inteligencia de EEUU y Gran Bretaña.
(...) Hay un vínculo entre el material que Snowden ha filtrado y el motivo indicado para hacerlo. En un mundo de control total -donde las agencias de inteligencia aspiran a recoger y almacenar cada correo electrónico, mensaje de texto y llamada telefónica- el periodismo de investigación se hace muy difícil, si no imposible. Fuentes que antes estaban dispuestas a hablar con los periodistas están ya enfriadas. En el futuro serán silenciadas. Gracias a Edward Snowden estamos empezando a vislumbrar lo que otro denunciante desde dentro del NSA, Thomas Drake, ha calificado como «un vasto, sistémico e institucionalizado estado Leviathan de control y vigilancia a escala industrial que ha ido claramente más allá del mandato original de hacer frente al terrorismo».
(...) Max Frankel, el ex editor ejecutivo de 83 años del «The New York Times», escribió esta semana en su viejo diario: «Como los que tuvimos que defender en 1971 la publicación de los Papeles secretos del Pentágono sobre la guerra de Vietnam hemos estado discutiendo desde entonces, no puede haber una discusión madura de las políticas de seguridad nacional sin la revelación -autorizada o no- del tesoro de los secretos del Gobierno». Está en lo cierto. Daniel Ellsberg, el filtrador hace 40 años, fue manchado y denunciado en su momento. Su juicio en 1973 se derrumbó en 1973. La historia será amable con él -y, muy posiblemente, con Snowden-.