Egipto vivía ayer las horas previas a las manifestaciones que hoy reclamarán la dimisión del presidente, Mohamed Morsi, en un clima de gran tensión, en el primer aniversario de la llegada al poder del dirigente islamista.

Colas en gasolineras y aprovisionamiento de alimentos reflejaban el miedo a una jornada caótica. El Ejército se desplegó en varias provincias para reforzar la protección de instalaciones consideradas vitales. El balance de víctimas de los incidentes que se produjeron entre el miércoles y el viernes era ayer de ocho personas muertas.

En la plaza Tahrir de El Cairo, donde los opositores claman por una «segunda revolución» contra un presidente al que acusan de querer monopolizar el poder para beneficio de los islamistas, levantaron decenas de tiendas de campaña y varias cientos de personas permanecían concentradas.

A su vez, varios miles de islamistas seguían ante la mezquita Rabaa al Adawiya en Ciudad Nasser, un barrio de la capital donde la víspera ya se habían concentrado en masa para defender la legitimidad del presidente elegido democráticamente.

El movimiento Tamarod (rebelión), que convoca las concentraciones de hoy contra Morsi anunció haber reunido casi 22 millones de firmas para presentar una petición de elecciones presidenciales anticipadas. Los líderes de Tamarod subrayaron que esta cifra representa más que el número de electores que votó por Morsi el año pasado (13,23 millones).

Su portavoz, Mahmud Badr, explicó que esas firmas serán entregadas al Tribunal Supremo Constitucional para pedir que este retire la confianza a Morsi y convoque elecciones pero los defensores del presidente destacan que esta petición no tiene valor constitucional y las firmas no pueden reemplazar a unas elecciones. Morsi ha insistido en su voluntad de permanecer en la presidencia hasta el fin de su mandato en junio de 2016. Ayer se reunió con sus ministros de Defensa, el general Abdel Fatah al Sisi, y el de Interior, Mohamed Ibrahim para decidir las medidas de seguridad ante la jornada de hoy.

Obama

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, también intervino. «Nosotros apoyamos las protestas pacíficas y los métodos pacíficos para llevar el cambio a Egipto», afirmó Obama desde Sudáfrica. El mandatario estadounidense consideró que evitar la violencia es un «reto dado que no existe una tradición de democracia en Egipto».

«Todas las partes deben denunciar la violencia. Nos gustaría ver como la oposición y el presidente Morsi se implican en unas conversaciones más constructivas para hacer avanzar el país porque nadie se está beneficiando del estancamiento actual», declaró Obama. Añadió que «toda la región teme que si Egipto continúa inmerso en esta inestabilidad constante, pueda tener efectos adversos en general».