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Iratxe FRESNEDA | Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

El arte en la guerra

 

John Berger aúna y «confunde» de un modo sugestivo la observación y disfrute de las obras de arte y el paseo por la vida cotidiana. Los lugares, las personas, el misterio que rodea lo que miramos, nos llevan a crear relatos que nacen de nuestra mirada. En uno de los pasajes de «Mirar» (GG. 2011) Berger se detiene en una fotografía tomada a Giacometti poco antes de morir. El artista está cruzando la calle bajo la lluvia, despreocupado por su bienestar, sin paraguas. Miramos el retrato de Giacometti e imaginamos como es, a dónde se dirige solo, bajo la lluvia, sin apenas guarecerse... La vida cotidiana del artista, su «ser», «estar», «actuar», su posición ante la realidad que observa, su conciencia de la soledad y de la muerte como hecho probatorio de la misma. Giacometti es parte de ese arte realizado en torno a la guerra, en el que «anartistas» y surrealistas, Wols, Chirico, Duchamp y tantos otros nos muestran mediante su mirada como la violencia se puede desatar de un día para otro. Mickey Mouse, los niños y los campos de concentración. Lugares para recluir a los resistentes, a los indeseables. Áticos en hospitales psiquiátricos desde los que ser testigo de las ejecuciones. El arte en la guerra. Dicen que los poetas algún día volverán a la tierra y habrá revueltas surgidas de la imaginación de Antonin Artaud protagonizadas por ángeles salidos del limbo. Pero la imaginación también produce dolor de cabeza. Los mitos y los sueños nos encaminan hacia lo salvaje del ser humano donde el dolor habita en la oscuridad del abismo. El arte en la guerra. Un té en casa de Franco y la muerte como invitada. El artista observa y escribe en secreto, dice llamarse Juan Noir y revela que, un día, los poetas volverán a la tierra.

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