Antonio ALVAREZ-SOLIS | Periodista
No eran suyos
Si usted tiene muy alterada su sensibilidad por todo lo que nos pasa no lea lo que sigue a esta introducción. Lugar del suceso: el Registro del Ayuntamiento de Talavera. Una pareja deja en dicha dependencia dos niños de once y veintidós meses por no poder mantenerlos. Los niños están, según los servicios sociales talaveranos, «bien nutridos y cuidados». No hablamos, por tanto, de dos niños abandonados, como dice el viceportavoz del gobierno autonómico, sino de un matrimonio que entrega a sus hijos para que no corran un riesgo miserable por falta de medios para seguir cuidándolos.
El viceportavoz declara que formuló la oportuna denuncia por tratarse de «un delito». En consecuencia estos padres podrán sufrir prisión aunque posiblemente hayan protagonizado una acción heroica con el desgarrado dolor correspondiente. Por menos se convirtió en héroe nacional Guzmán el Bueno. Los niños tienen un aspecto confortable, que es ya la primera muestra de amor. Pero el viceportavoz se convierte en un juez riguroso. La idea de la justicia es, una vez más, profundamente española.
Y surge de inmediato el patriotismo. Ahora interviene la concejala de servicios sociales. Lo primero que afirma es que los padres y los niños no son de la localidad. Eso es lo importante. Hay que salvar el honor de Talavera. Ningún talaverano haría eso. Según la lógica municipal quizá dejaría a los niños en casa chupando un currusco. El hijo de Guzmán el Bueno murió acuchillado por los moros con la daga arrojada por el caballero que no accedió a entregar la fortaleza a los enemigos. El honor del monarca quedó a salvo. Así llevamos más de mil años.