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Nagore lopez de luzuriaga | familiar de presa política gravemente enferma y miembro de etxerat

Al señor Yuste

M e dirijo a usted con intención de hacerle llegar nuestra indignación y total rechazo a las graves declaraciones que hizo la pasada semana, responsabilizándonos de los accidentes provocados por la política de dispersión. Nos parecen unas afirmaciones gravísimas, solo entendibles al percatarse una de que usted simplemente pone voz a esa política de venganza y exterminio que diseñaron hace más de dos décadas contra nosotros los familiares, la tan conocida política de dispersión. Esa que nos obliga a jugarnos las vidas cada fin de semana en las carreteras; si es que, por suerte, mantenemos la suficiente salud para poder realizar tan costosos y demoledores viajes, porque no podemos olvidarnos de las decenas de familiares que han dejado su salud en cada kilómetro tras viajar durante más de 20 años. Los familiares que podemos ponernos ante el volante como usted dice, lo hacemos obligados, obligados a realizar esos cientos de kilómetros que nos separan de nuestros seres queridos para poder realizar una visita de 40 minutos tras un frío cristal, siendo cosncientes de que cada palabra de cariño, de enfado o de intimidad está siendo grabada y analizada, como otra pieza más en esa macraba maquinaria de odio y de destrucción que es la política penitenciaria.

Somos personas, ciudadanos con derechos; sí, con derechos he dicho. Porque no se olvide Sr Yuste que también nosotros y nuestros familiares tenemos derechos: derecho a tener relación con nuestros seres queridos, a quererles, derecho a tener una familia, derecho a expresar la denuncia de la política penitenciaria que desde Etxerat hace ya demasiados años que venimos realizando... pero también derecho a la salud y a la vida, por supuesto.

La dispersión supone un sufrimiento que no ha intentado usted conocer de primera mano, ni tan siquiera lo reconoce. Cuando habla de nuestro dolor, usted lo legitima abiertamente y sin ningún tipo de escrúpulos; es más, lo ensalza como forma de conseguir unos supuestos objetivos políticos, incluso a costa de nuestra salud y nuestra propia vida. Para todos los familiares y amigos que llevamos la mayor parte de nuestras vidas en esa ruleta rusa, podríamos tomar estas declaraciones como una broma macabra; pero la cruda y cruel realidad semanal nos devuelve esa terrible indignación que nos han transmitido sus palabras.

No olvide señor Yuste que son 16 los familiares que han muerto de en la carretera a consecuencia de la dispersión. Sí señor Yuste, son víctimas de la política penitenciaria, tienen nombres: Juncal, Karmele, Sara, Rubén, Asier, Rosa... usted no los conece, ¿no es cierto? Claro que no, nunca ha demostrado el mínimo interés por saber qué es lo que supone y cómo nos afecta a miles de personas toda esa maquinaria que ustedes diseñan en sus despachos. Juncal, Karmele, Sara, Rubén, Asier, Rosa... todos ellos tenían familia, gente que les quería y les sigue queriendo. Familia y amigos que lloraron su muerte sabiéndose víctimas de una terrible injusticia. Porque, señor Yuste, no se pusieron el volante para realizar un viaje de ocio, ni de negocios... no señor. Se pusieron al volante para recorrer los cientos de kilómetros que la política de dispersión que ustedes defienden nos obliga a hacer cada fin de semana; no lo olvide, nos obligan a hacerlo, si ustedes, los que diseñan y legitiman todo esto, amparados por el silencio de otros.

Nosotros somos protagonistas involuntarios de esa política penitenciaria que nos asesina. Sí, involuntarios, porque nuestra condición de familiar no es una decisión política, sino una condición humana, basada en lazos afectivos e identitarios; los queremos presentes en nuestra vida, sencillamente porque les queremos y no los vamos a abandonar nunca. ¿Acaso usted abandonaría a su familia? Seguiremos yendo por tanto allá donde les lleven, no lo dude; pero no eluda su responsabilidad y la de sus colegas, señor Yuste.

Esos viajes, además de esas 16 víctimas mortales, suponen un elevado coste económico, un prolongado y demoledor desgaste físico y psicológico. Para usted no serán relevantes estos datos, ya que seguramente en su conciencia prefiera clasificarlos como parte de las estadísticas de accidentados del fin de semana, pero durante 2012 hubo 13 accidentes a causa de las dispersión que implicaron a 40 familiares. Todos terribles, pero especialmente reseñable el que sufrieron a mediados de agosto los familiares de Mikel Egibar volviendo de la prisión de Zuera, a 300 km de casa, en la que sufrieron gravísimas heridas su compañera y sus dos hijos menores de edad ¿Puede afirmar con un poco de sensatez que es responsabilidad de esos niños y de su madre el hecho de estar a punto de morir por ejercer el derecho a mantener relación con su padre y su compañero? Seamos serios señor Yuste, y llamemos a cada cosa por su nombre; y esto no tiene otro que no sea venganza y ensañanamiento con el sufrimiento ajeno, en este caso el de los famliares, ese que no están dispuestos a reconocer y por tanto, y según sus propias palabras, a acabar con él.

Para hablar de las condiciones en las que están recibiendo tratamiento médico en prisión nuestros familiares gravemente enfermos, le invito a conocer de primera mano la situación, que por desgracia nosotros, yo misma, conocemos.

La propia estructura y funcionamiento de la cárcel enferma, y desgraciadamente no ofrece condiciones para sanar, especialmente cuando estamos hablando de patologías graves y de polipatologías en muchos casos. Usted lo sabe; sabe que la prisión no ofrece garantías ni posibilidad de cura de muchas afecciones graves; para ningún preso, pero especialmente para los que tienen un castigo añadido, unas condiciones extremas y a los que se les suma cada día de encierro un plus de ensañamiento y crueldad. Tienen muchos impedimentos para recibir el tratamiento adecuado, para tan siquiera realizar las visitas a los especialistas requeridos con un mínimo de garantías tanto médicas como dignas, para que sus médico de confianza pueda realizar un seguimiento en condiciones de sus enfermedades, para recibir información de su propio estado de salud, para poder llevar a cabo un autocuidado mínimo a nivel alimentario y de salubridad.

Me gustaría saber qué le parecería a usted que en la consulta ginécológica de su hija, se encontraran tres policías observándola; o cómo se sentiría si a cuatro horas de una cirujía de mama fuese traslada sin ser atendida; o si le obligasen a recibir tratamiento de radioterapia con esposas metálicas, o perdiesen su expediente médico sin saber cuál es el tratamiento a seguir... Le seguiría enumerando muchos ejemplos que conozco de primera mano, para que se hiciese una pequeña idea de lo que afirma cuando dice que los presos gravemente enfermos están recibiendo un tratamiento adecuado en prisión; porque, sencillamente, no se ajusta a la realidad.

La sociedad vasca ya se ha posicionado en innumerables ocasiones en contra de la dispersión; es una inmensa mayoritaría la que opina que es necesario un cambio en la política penitenciaria. Es necesario avanzar, no seguir ahondando en discursos construidos desde la lógica de la venganza que no buscan sino ahondar en el sufrimiento y en el dolor. Para construir la paz, señor Yuste, no es posible seguir en posturas inamovibles de lógica de guerra y destrucción. Los familiares y amigos que nos ponemos al volante los fines de semana sabemos a quién perjudica todo esto; pero señor Yuste, me gustaría que me aclarara a quién beneficia, qué rentabilidad le sacan a todo ello. Apelamos igualmente a agentes políticos y sociales tanto nacionales, estatales e internacionales a que se posicionen públicamente en torno a las graves afirmaciones referidas, ya que es responsabilidad de todos y cada uno de nosotros y nosotras acabar con esta lacra.

Por último, le animo a usted también a rectificar sus palabras, ya que como bien me enseñaron en mi famlilia... rectificar es de sabios, señor Yuste. Les invito a ustedes, a los que diseñan, defienden y legitiman la dispersión, y también o a los que la desconocen o se mantienen en silencio, a conocer de primera mano las trágicas consecuencias de la misma. Es necesario avanzar, construir una paz justa y duradera para todos, en la que los derechos de todos y todas sean respetados; sí, señor Yuste, los de todos y todas, también los de los familiares.

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