Desidia del Alarde, alarde de inhibición
Hace seis meses, el Pentágono puso fin a la prohibición a las mujeres de participar en combate, les abrió las puertas de la infantería, la artillería y otros campos de batalla. Fue una decisión celebrada, calificada como un triunfo de la igualdad y el sentido común, como una demostración de que la discriminación categórica no tiene cabida en una sociedad que honra la equidad y la igualdad de oportunidades. Ayer, Irun rememoró la batalla de San Marcial de 1552 y, otro año más, se certificó algo que no puede normalizarse y pasar a formar parte del paisaje. A saber, pensar que rememorar significa gramaticalmente repetir hechos históricos y defender una supuesta integridad de la tradición en los que la discriminación por razón de sexo y la conculcación del principio de igualdad se institucionalizan. Y con el apoyo explícito de ciertos poderes públicos -Ayuntamiento- y la ambigüedad e inhibición de otros -Gobierno de Gasteiz- se vaya consolidando un modelo de fiesta no igualitario, que fomenta un concepto de ciudadanía amputado y que, por desgracia, es abono ideológico de conductas aborrecibles.
Hoy, ciertos medios de comunicación hablarán del Alarde como una «fiesta» y subrayarán que transcurrió «sin incidentes». Nadie duda de que para los y las irundarras el de ayer fue un día especial y entrañable, una explosión frenética de alegría. Pero no puede pasarse por alto que el alcalde de la localidad, así como otros miembros de la corporación, ni siquiera hayan recibido a un Alarde mixto formado por su conciudadanía. Un gesto realmente lamentable, éticamente irresponsable, que refleja una situación que no puede devenir crónica.
La exclusión de las mujeres en el Alarde de Irun se ha amparado en la privatización del mismo. El Ayuntamiento se inhibe del mandato democrático de igualdad, el Alarde privado ejerce funciones parapúblicas y así se esquiva el principio de igualdad. Lakua no se implica y desoye resoluciones del Parlamento y de los tribunales. Esas instituciones, si quieren, pueden hacer efectivo que lo de ayer no se repita . Y no hace falta que se inspiren en el Pentágono, ni esperar a que Europa les obligue.