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Maite SORoa | msoroa@gara.net

Chorizos por doquier

En la lupa de ayer decíamos que allá por el sur huele a chamusquina, y casualmente servidora se ha encontrado una columna de Carlos Carnicero en «Estrelladigital» que viene a confirmar lo que nos decía el olfato. «España, una habitación sin ventilación» titula su última pieza el maño, que lamenta que «la lectura cotidiana, detallada y obligatoria de la prensa es un ejercicio de dejà vu. Cada mañana me subo al tiovivo sabiendo que no me espera ninguna sorpresa; en todo caso, una pequeña ampliación sobre los casos de corrupción. Una tela de araña de la que no se encuentra el último hilo para desmadejar este embrollo asfixiante». Como quiera desmadejar el ovillo de las corruptelas ya puede buscar un asiento cómodo... Apunta Carnicero, no sin razón, que «los dos grandes partidos tienen casos de corrupción. No importa el volumen de cada uno: eso neutraliza las denuncias que puedan formular. Ninguno ha sido capaz de extirpar este cáncer de raíz entre sus filas. Se resignan al `y tú, más'». Lo que dice mucho del nivel del debate político, por cierto. La cosa es que el choriceo es tan común, que el plumilla concluye que «España (...) es una habitación sin ventilación, en donde el aire es tóxico, con la testosterona insoportable de la prepotencia con la que han actuado esta caterva de chorizos, mefítico». Y lo gracioso es que tiene las ventanas tapiadas...

Carnicero hace balance, y lo cierto es que da ganas de llorar: «Un país que tiene al yerno del Rey -y también en parte a su hija, la infanta Cristina- en la crónica de sucesos tiene un problema grave. Si además el expresidente de la organización empresarial, Díaz Ferrán, es huésped de la cárcel de Soto del Real, la cosa se pone tensa. Miguel Blesa está en la calle por una mala instrucción. Luis Bárcenas tiene el mérito indiscutible de haber amasado una inmensa fortuna en su condición de gerente y tesorero del partido que Gobierna. Nadie vio nada, nadie sabe nada de veinte años de saqueo». Bueno, saber saber... igual sí. Otra cosa es cantar. Total, que el excarlista concluye que «con estos mimbres no hay quien construya un país moderno. Nadie cree en nadie y solamente el miedo a perder lo que ya no se tiene evita una explosión política y social». Lo de país moderno, va a ser que no. Y cuando el miedo ese a perder lo que ya no se tiene desaparezca, la cosa se va a poner entretenida. Al tiempo.

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