Entregó el premio a Juan Manuel Sánchez, el ganador del concurso culinario «Mastercheff», Ferrán Adrià, que acompañó toda la peripecia del último día y demostró que se ha convertido en un evangelista del buen rollo, de la filosofía de autoayuda y búsqueda de la felicidad antes que la competencia y lucha por el éxito. Después de haber revolucionado la cocina, ahora parece vivir en un mundo de artista que recorre platós, escenarios, universidades y festivales gastronómicos para enseñar conceptos, no recetas. Parece que ha colgado el gorro y está en un estadio de virtualidad, investigación y aplicación de las nuevas tecnologías al futuro de la Humanidad, más que al de la restauración.

Por eso fue significativo que a la segunda clasificada le entregara quizás el regalo más preciado, tanto en lo emocional como en el precio de mercado, ya que le dio un mapa del ADSN del Bulli, es decir de lo que va a ser el futuro de la neuro-gastronomía, o dicho de otro modo, desde donde se va a conquistar a los medios y las químicas para que la cocina pueda entrar en la historia de la ciencia, una vez ocupado su lugar preeminente en el del arte, de la mano, sobre todo, del propio Adrià.

Se lo dijo muy claro a Eva, «eres la única persona del mundo que lo tiene». Ese documento, enmarcado, avalado, documentado es posible que alcance un valor superior a los cien mil euros que se lleva el ganador, un camarero almeriense que sí que se ha demostrado como el que más ha limado su idea culinaria, el que mejor ha evolucionado pasando de sus platos populares de chiringuito de playa, a elaboraciones de mesas de restaurante de moda. Ese fue el motivo principal de llevarse el galardón, la superación, la humildad, el asimilar lo que le decían y acabar haciendo platos sofisticados. Un premio ejemplarizante.

Ha sido un programa para los cocinillas, para el entretenimiento, que abre una nueva etapa de la relación de la cocina con la televisión debido a la millonaria aceptación de televidentes fieles y crecientes. Saldrán programas similares inmediatamente. Las pesadillas de Chicote tienen poco que ver con la gastronomía y es un más un programa de contenido social.