REPORTAJE | El estudio de la potencia
La guerra de los vatios
Un estudio que establece los límites de potencia y propone considerar dopaje si se superan, otra polémica.
AFP
Como cada año, el Tour viene acompañado por una polémica científica, esta vez en torno al cálculo de la energía desplegada por los corredores, convertida en la prueba irrefutable del dopaje para algunos, y como un argumento más, incluso parcial y tendencioso, por otros. Antoine Vayer, exentrenador del equipo Festina entre 1995 y 1998, se inició en el cálculo de la potencia, medida en vatios, utilizando modelos matemáticos y físicos.
«El análisis de la potencia me sirvió para optimizar el entrenamiento (en Festina), y también para constatar los efectos del dopaje. Está claro que, en algunas situaciones de carrera, se podría decir que es imposible para un corredor rodar con ciertos niveles de potencia». Los cálculos incorporan multitud de datos (tiempo de carrera, peso del ciclista y su bicicleta, la resistencia del aire, la gravedad, el coeficiente de fricción de rodadura, la densidad del aire...) y extrapolan el rendimiento de ciclistas de diferentes morfotipos al de un corredor tipo de 78 kg.
A partir de estos trabajos, Vayer fijó los umbrales a partir de los cuales consideraba que un rendimiento era anormal: a los 410 vatios, un rendimiento le resulta «sospechoso», a los 430 vatios es «milagroso», y a 450 vatios lo califica de »mutante». Así, en su ascensión récord de Alpe d'Huez en 1995, Marco Pantani desarrolló una media de 468 vatios, Lance Armstrong 455 en su ascensión a Hautacam en 2000, Alberto Contador 491 en el puerto de Verbier en 2009...
Vayer presenta su trabajo como alternativa a la detección del dopaje a través de los controles, donde ciertas sustancias no suelen ser detectadas. «Los vatios no revelan la causa, pero sí son la consecuencia del dopaje».
Pseudo ciencia»
Estas cifras han suscitado polémica en el mundo del ciclismo. Dave Brailsford, responsable del Sky, lo califica de «pseudo ciencia. En nuestro equipo ya hemos podido comprobar lo difícil que resulta obtener datos directos -recogidos de los sensores de las bicis-, precisos y poder procesarlos. Hacerlo de forma remota es todavía más complicado».
Brailsford añade que «trazar una línea y decir 'a partir de aquí, es dopaje', es una forma de pensar un poco radical. La historia del deporte humano ha demostrado que se podía ir más rápido de forma natural».
Frederick Cluster, entrenador e investigador de biomecánica, dice que poner un límite absoluto a partir del cual se decrete el dopaje es «científicamente e intelectualmente deshonesto».
Rendimiento estable
«Entre un esfuerzo de 20 minutos como el del puerto de Verbier, y otro de una hora como el del Tourmalet, se pierde un vatio por minuto, lo que significa que entre los dos hay una diferencia de 40 o 50 vatios. La altitud también influye, se pierden entre el 7% y el 10% de VO2 (máximo volumen de oxígeno en la sangre que nuestro organismo puede transportar y metabolizar) cada 1.000 metros, y este modelo no lo tiene en cuenta. Se citan datos y nadie los verifica. Y se convierte en un chisme».
Vayer ha replicado afirmando que el margen de error de sus cálculos se sitúa en menos de un 2%, citando una comparación con los datos de Van den Broeck en su último Tour (acabó 4º), y prepara nuevos trabajos sobre esta edición en seis «puertos radar», empezando por la última subida de hoy a Ax-3 Domaines, que alimentarán aún más la controversia a la espera de lo que solicitan los investigadores: que los corredores hagan públicos sus datos, validados por laboratorios independientes, con el fin de poder disponer de una base de trabajo concreta.