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Ana Tere Diaz, Kamino Sainz, Arantza Fdz. de Garaialde | STEE-EILAS

Más dinero para la segregación en el sistema educativo

 

El 28 de junio (¡lo que son las cosas!) la consejera de Educación afirmó que continuarán subvencionando con dinero público los centros que segregan al alumnado en función del sexo, ya que los mismos «cumplen la normativa», y en aras a «respetar la elección de las familias». Con estas declaraciones, Uriarte está dando a conocer una decisión que acaba de tomar, no el cumplimiento de un deber inexcusable.

En 2010 STEE-EILAS presentó una demanda judicial contra estas subvenciones, pero el TSJPV la desestimó argumentando que un sindicato no es parte afectada en el asunto; seguimos pensando que estas subvenciones contradicen lo establecido legalmente, pero en todo caso lo evidente es que la negación de dichas subvenciones tiene perfecta cobertura legal, como lo demuestran las seis sentencias dictadas en el mismo año 2012 por el Tribunal Supremo a favor de la Junta de Andalucía, que ya no las otorga.

Está sobradamente probado que la segregación del alumnado, sea en función del sexo o de los resultados académicos, ahonda las desigualdades y refuerza la suposición de que la diferencia es determinante e insuperable. Curiosamente, apenas una semana antes de hacer pública esta decisión, la consejera había anunciado que van a poner en marcha un proyecto para impulsar la coeducación.

Curiosamente, decimos, porque es sabido que en el trato con niños, niñas y jóvenes, el tema de la coherencia es de vital importancia: hablar con un cigarrillo en la mano de lo nocivo que es el tabaco o explicar el funcionamiento del semáforo junto a una multitud cruzando en rojo son esfuerzos baldíos. De la misma manera que será complicado convencer a un chaval de que todas las personas somos iguales si las únicas mujeres que ve en su centro educativo son las que se ocupan de la limpieza, igualmente resultará difícil poder ayudar a luchar contra los estereotipos a niñas que no tienen ningún compañero de estudios ni profesores.

Algo parecido cabe decir sobre la primera infancia: a medida que la crisis avanza, las matrículas se resienten en la red pública Haurreskolak, que escolariza criaturas de 0 a 2 años, por la obligación de pagar cuotas (entre 160 y 208 euros al mes dependiendo del horario, comida aparte), de manera que aun habiendo plazas libres habrá criaturas que se queden en casa, a cargo de su madre o de otras mujeres. Dentro de unos años nos oirán decir que mujeres y hombres tenemos los mismos derechos, que el género no puede ser una traba para desarrollar cualquier proyecto personal que nos propongamos... pero la experiencia les dirá que la atención a la primera infancia (y a las personas dependientes en general) es una tarea de mujeres solamente, y que los hombres se dedican a trabajar (o lo que sea) fuera de casa. ¿Qué discurso creerán?

El sistema educativo no puede resolver los problemas sociales, pero puede trabajar para mejorar o empeorar las situaciones. Ahí van unos cuantos consejos para contribuir con la coeducación: no invertir más dinero público (aproximadamente 6.000.000 euros por curso) en centros que admiten alumnado y profesorado de un solo sexo (cuatro en la CAV, ligados al Opus Dei); dedicar ese dinero y el que sea necesario a garantizar que la escolarización desde los 0 años sea un derecho universal no exclusivo de quienes cuentan con suficientes recursos económicos, así se facilitaría, de paso, un reparto de las tareas más equitativo dentro de las familias y un modelo más equilibrado que mostrar a las criaturas; impulsar planes de coeducación en los centros, dando formación e ideas, aumentando los recursos (para el curso 2013-2014 prevemos 860 alumnos y alumnas más y 18 profesoras y profesores menos en los centros públicos de infantil y primaria de la CAV) y contando con quienes hasta ahora vienen haciendo aportaciones en este ámbito, incluido STEE-EILAS.

Nos hemos posicionado contra la LOMCE la totalidad de los agentes educativos, incluido el propio Departamento; sin embargo, hace tiempo que se aplican aquí algunas de las medidas que esa ley anuncia, como la concesión de conciertos a todo tipo de centros y en todas las etapas sin ninguna cortapisa. A lo mejor de ahí viene la aparente unanimidad: unos sectores estamos en contra de la segregación y peleamos contra el proyecto de ley, otros están a favor de la segregación y también están en contra de la ley porque no la necesitan, ya tienen suficiente.

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