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Anjel Ordóñez | Periodista

Tradición, evolución, civilización

Corría el año 80 de la era cristiana, siendo Tito emperador. Roma disfrutaba con uno de los eventos más esperados y espectaculares de la época: la inauguración del Coliseo, cuya construcción había comenzado diez años antes bajo el mandato de Vespasiano. Los festejos duraron cien días. Se dice que el suntuoso programa de actos costó la vida a 5.000 animales salvajes y a decenas de gladiadores. Dos milenios más tarde, todavía siguen muriendo bajo tortura en las plazas españolas centenares de toros, sacrificados cada año en honor de la «fiesta» y la tradición. La misma que inspira el Toro de la Vega de Tordesillas y sus valientes lanceros. También hay que echar la vista muy atrás para datar las primeras estampas de delfines masacrados sin piedad por los habitantes de las islas Feroe, o para encontrar las raíces de esa práctica de extrema crueldad que supone la caza de crías de foca, a las que arrebatan la vida a palos para luego desollarlas. Algunos valerosos canadienses llevan haciéndolo miles de años. Otra bonita tradición.

Tradición. Palabra gruesa. Más de 70 millones de mujeres que habitan este planeta han sido víctimas de la ablación, ese precioso rito de iniciación que consiste en extirpar total o parcialmente los genitales externos de las niñas. Las consecuencias de esta entrañable tradición: dolor severo, shock emocional, retención de orina, complicaciones en el parto, hemorragias, infecciones, sentimientos de humillación, frigidez... Un chollo.

Tradición, del latín traditio, flexión del verbo tradere, «entregar». Base de la identidad y concepto nuclear en los procesos de creación, desarrollo y conservación de las sociedades humanas. Pero que solo adquiere su dimensión civilizada en indisoluble relación con otro concepto no menos elemental: la evolución. De lo contrario, con toda seguridad seguiríamos comiéndonos los unos a los otros, como hacían los inquilinos de Atapuerca. Por eso, la obediencia a las tradiciones debe tener como límite infranqueable el escrupuloso respeto a los derechos humanos.

Año 2013. La semana pasada, la compañía Landetxa del Alarde mixto denunció «el comportamiento agresivo y los ataques sufridos» durante su desfile por la calle Mayor de Irun.

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