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UDATE | ASIER COSME, GUITARRA Y COROS DE ZAIN

«Es muy fácil hacer buenas letras, sobre todo si mientes»

Llevan ocho años hermanados con la música y, además, unidos por la amistad surgida de adolescentes, lo contrario sería casi imposible residiendo en Berriz, una pequeña localidad bulliciosa por su historia musical y próxima a Durango. Tras el debut, llega «Egunsenti berri baten bila», segundo álbum que cruza con garra los caminos del jarkore, el rock y las melodías pop. Trazas que definen el sonido Zain.

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Pablo CABEZA | BILBO

Hasta llegar a su álbum debut Zain ha trabajo duro y, en parte, desde la distancia y el silencio no buscado por el hecho de vivir en una localidad pequeña, aunque muy dinámica, encerrada entre sus montañas, Berriz. «No sabemos que pasa por aquí, pero siempre hemos tenido muchos grupo locales. Es verdad y no sé si es cosa de Durangaldea o ocurre también en otras comarcas, pero salir es lo que más cuesta. Entiendo que somos muchos grupos pidiendo oportunidades y que lo más fácil es tocar cerca de casa que es donde nos conocen. Por suerte nosotros, vamos rompiendo ese tópico y hemos podido salir a tocar por todo Euskal Herria. No podíamos haber imaginado que íbamos a tocar tanto como lo hicimos con el disco anterior, ha sido una experiencia muy grande y la hemos aprovechado y disfrutado».

«Egunsenti berri baten bila» (Baga Biga) supone el segundo reto de Zain, se perfilan mejor las guitarras y se mantiene el nexo común: el combinado entre punk, jarkore melódico, rock abierto y el cuidado vocal, por lo que no extraña que al margen de Unai, voz, tanto Asier como Alberto o Jeosua hagan voces. El combinado concluye en once canciones rockeras con un buen patrón que sirve para identificar en segundos el sonido Zain. Grabado en Lonrentzo Records, el disco suena con la dinámica apropiada y sin que las saturaciones o distorsiones guitarreras invadan espacios: voz clara y ritmo marcado para conseguir canciones tan prestas como «Modern korronte iluna», «Errepidean», «Goitibeheran» o «Hegaldi askean», la canción que más les une a su querencia por el jarkore californiano.

Ocho años y ningún cambio de formación.

Lo bueno de ser los mismos es que hay mucha complicidad y resulta un matrimonio a cuatro bandas. Hasta que la muerte nos separe. Son muchos momentos juntos, y existe una confianza que hemos ido alimentando durante estos años. Nos conocemos muy bien y la toma de decisiones no se hace muy complicada. La vida en Zain es muy fácil de aguantar porque hay muchos momentos de risas y bromas. Más que un grupo de música parecemos un grupo de payasos. La peor parte se lleva Unai, que es más tranquilo, y tiene que aguantar de todo. Lo malo, por normal general, suele suceder cuando llegan las prisas. Por eso en Zain intentamos ir poco a poco. Tal vez esa sea la clave.

Pero en escena la imagen es de chicos serios.

Parecemos serios porque nos ponemos nerviosos. Las apariencias suelen engañar, lo que ocurre es que los escenarios nos imponen y es cuando nos cambian las facciones de la cara. Somos un poco egoístas, lo que hacemos, lo hacemos por nosotros mismos, porque queremos tocar y seguir disfrutando de la música. Aun así, somos personas conscientes y si hemos decidido grabar y publicar un disco, tenemos que ser suficientemente razonables como para tratar de hacerlo mejor que la última vez y poder hacer pasar un buen rato a quien decide regalarnos parte de su tiempo. Por eso es importante ir mejorando.

El rock siempre ha sido sudor, ¿desde un ordenador se puede dotar a una canción de mala leche?

Creo que no, las canciones no se hacen pulsando un botón. Si el rock siempre ha sido sudor, lo seguirá siendo. En nuestro caso hemos podido hacer un mejor disco gracias a la tecnología, hemos podido trabajar mejor las canciones. Esto facilita mucho la grabación ya que parte del disco está muy trabajado cada uno en su casa gracias a la tecnología. Pero las canciones salen de nosotros y tienen nuestro sudor, nuestros dolores de cabeza y llevan toda nuestra personalidad y trabajo en el local.

¿En qué ha avanzado más Zain?

En esta ocasión han sido las letras. Unai ha tenido que hacer un gran esfuerzo en este sentido. Es muy fácil hacer buenas letras, sobre todo si mientes. Es muy atractivo poner a parir a todo el mundo, con tanto culpable como hay hoy en día. El reto ha sido poder hacer una critica de lo que pasa en estos tiempos, pero desde nuestro punto de vista, y con la parte que nos toca. Hemos querido ser críticos, pero positivos, sin perder la esperanza y tratando de ver las cosas buenas de todo lo malo y no es trabajo fácil.

No es tampoco muy habitual en Zain el uso de punteos, pero en este álbum de comienzan apercibir, ¿cuestión de confianza?

Yo creo que es parte de la cabezonería, de querer aprender. Esta vez hemos arriesgado más con los punteos, están más desarrollados y aunque sean pocos, por lo menos cuando aparecen se dejan oír.

¿Y a quién le toca el marrón de encargarse de los estribillos y coros?

La culpa es de Unai. Tiene facilidad para ello. Le da mucha importancia a los coros, quiere sentirse arropado. La verdad es que hace unas cosas muy bonitas. Intentamos corresponderle, pero nos lo pone muy difícil porque creo que es uno de los mejores cantantes que hay en Euskal Herria.

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