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La reforma eléctrica asesta un duro golpe a las renovables

Los vientos de la reforma eléctrica aprobada por el Gobierno español no soplan a favor de las energías renovables, sector que considera que ha sido tratado de una forma «tremendamente injusta», debido a los recortes introducidos para reducir el déficit tarifario, que en una década ha ascendido a 26.000 millones. La decisión gubernamental se ve con preocupación en las plantas de empresas como Gamesa, que ya ha anunciado que despedirá a 342 trabajadores.

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Los rigores de la austeridad obligan. Ya no son los vientos españoles los que harán funcionar al sector eólico, sino otros más lejanos, como los de Finlandia. «El año pasado, entregamos un parque eólico a Málaga y otro a Burgos, pero actualmente, no producimos para España, todo está parado», explica a la agencia AFP Javier Trapiella, gerente de la planta de fabricación de palas para aerogeneradores de Gamesa en Agoitz.

Para el sector de las energías verdes, el Estado español ha pasado en pocos años de ser un auténtico paraíso, con generosas ayudas públicas, a un territorio menos favorable, toda vez que el Gobierno ha impuesto una cura de austeridad para reducir el enorme déficit generado por la producción de electricidad (26.000 millones de euros acumulados en una década). El viernes, el horizonte se ensombrecía aún más con la aprobación de una reforma que limita las ayudas a las energías renovables en alrededor de mil millones de euros.

Este acuerdo amenaza los progresos materializados hasta la fecha en el Estado español, donde la energía eólica «representó una verdadera revolución energética. Hemos pasado en veinte años de producir cero kilovatios a generar actualmente el 20% de la demanda», explica Heikki Willstedt Mesa, director de las políticas energéticas de la Asociación Empresarial Eólica (AEE).

Reducción de las ayudas en un 35%, supresión de las subvenciones a las nuevas instalaciones y, ahora, la nueva reforma. El golpe es muy duro para el sector y los primeros en sufrir son los fabricantes. En febrero, la francesa Alstom cerró dos fábricas en el Estado español y despidió a 373 empleados: «La crisis económica y la ausencia de un marco regulatorio estable frenaron la demanda interna», argumentó.

Son los mismos motivos que expone Gamesa, uno de los líderes mundiales, que anuncia 342 despidos, y ha cerrado dos fábricas de producción de palas. El grupo hace referencia particularmente a «la incertidumbre reglamentaria» y a «la persistencia de la crisis económica y del sector, principalmente al sur de Europa».

Trabajo casi artesanal

Fabricar un molino eólico «es un trabajo casi artesanal, hacen falta buenas manos», cuenta Javier Trapiella: las palas, en fibra de vidrio y fibra de carbono, miden 62,5 metros y pesan 15 toneladas cada una.

Cuando finalice su fabricación, se irán en un transporte especial, de noche, hasta el puerto de Bilbo, antes de viajar por barco hasta Finlandia. De aquí a febrero, se entregarán unas cuarenta. «Si hace diez años, podíamos tener en España el 90% de nuestras ventas, hoy es todo lo contrario», afirma José Antonio Cortajarena, director general corporativo de Gamesa.

Actualmente «estamos presentes en más de 50 países», dice, citando México, Brasil e India como los principales mercados, pues «aunque somos una empresa con sede en España, nuestra dependencia del mercado español y, por tanto, el riesgo, es limitado».

La Asociación Empresarial Eólica (AEE) es menos tranquilizadora. «Destruimos 25 empleos al día en la energía eólica desde principios del año y el sector no puede sostener más recortes», afirma. Más aun cuando ha sufirdo ya mucho. «En la energía eólica, de los 43.000 empleos que había en 2009, no quedan más que 23.000», recuerda Sergio de Otto, secretario general del grupo de empresa Fundacion Renovables.

BENEFICIOS

Gamesa ha anunciado que despedirá a 342 trabajadores -58 de ellos en su planta de Tutera- debido a la reducción de la demanda interna, aunque esta compañía anunciaba recientemente la vuelta a la rentabilidad en 2013, con un beneficio atribuido de 7 millones en el primer trimestre, frente a una pérdidas de 19 millones en el mismo periodo de 2012.

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«Si hace diez años podíamos tener en España el 90% de nuestras ventas, hoy es todo lo contrario», afirma José Antonio Cortajarena, director general corporativo de Gamesa, compañía presente en la actualidad en más de 50 países.

Reparto del agujero entre empresas y consumidores

La reforma del sector eléctrico anunciada este viernes por el Gobierno español reparte el coste de los 4.500 millones de euros que supone eliminar el déficit de tarifa -el desfase entre los costes estimados y los ingresos conseguidos a través de la tarifa- entre Estado, empresas y consumidores, aunque la mayor parte recaerá sobre los dos últimos. Así, además del encarecimiento del recibo de la luz del 3,2% para el consumidor, se pretenden recuperar 2.700 millones de la reducción de costes de las actividades reguladas (transporte, distribución y retribución a las renovables).

En el caso de las renovables, que dejarán de regirse por el mecanismo de primas, cobrarán incentivos en función de tener garantizada una rentabilidad, ligada a los costes de inversión, del 7,5% (bono a diez años más 300 puntos básicos) para toda la vida del proyecto, entre 20 y 25 años normalmente.

Las principales asociaciones de renovables han alertado de la «cascada» de problemas financieros que va a suponer la reforma y, en el caso de la fotovoltaica, se muestran convencidas de que puede llevar a la quiebra a buena parte del sector. Los eólicos sostienen que la medida altera «radicalmente» los flujos de ingresos de todos los parques eólicos, el valor en bolsa de las empresas, al tiempo que incrementa aún más la incertidumbre que afecta al sector, que insiste en que no es culpable del déficit de tarifa eléctrico. GARA

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