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Un «encierro de la villavesa» sin incidentes para acabar la fiesta

A diferencia de lo ocurrido en los últimos años, el encierro popular pudo llegar a la Plaza de Toros sin incidentes y en ambiente festivo. Cientos de iruindarras quisieron poner fin a nueve noches de desenfreno quemando alguna que otra gota de alcohol, recorriendo los 800 metros que separan Santo Domingo del callejón de la Monumental de Iruñea.

Aitor AGIRREZABAL

15 de julio, 8.00 horas y la gente sigue con fuerzas y ganas de fiesta tras nueve días sin descanso. Pese a que no llegaron a los 18 minutos, como en las fiestas oficiales, el último acto popular también comenzó con algo de retraso. La gente quería más y en ese momento no cabía horario alguno.

Para ellos quedaba uno de los momenticos de los sanfermines. El ya tradicional «encierro de la villavesa» que despide las fiestas iruindarras no faltó a su cita y atrajo a muchos jóvenes que se resisten a despedir la juerga en el Pobre de Mí.

Minutos antes del cohete con el que arrancó la carrera, cientos de jóvenes tomaron la calle Santo Domingo, incluso los vecinos de la calle salieron al balcón para presenciar las últimas embestidas de este año. Durante nueve días, la gente se dispersa por las calles de Iruñea y no hay rincón que quede vacío. El día 15 de julio a las 8.00 horas, sin embargo, todo el que aguanta se reúne en el mismo lugar. Las sonrisas que acompañaban al célebre acto contrastaban con las caras de muchos iruindarras tras una nueva noche de juerga.

Pese a ello, nadie falló. Todos esperaban la llegada de las dos figuras de la mañana: San Fermín y Miguel Induráin. El joven disfrazado de santo fue el primero en llegar, entre aplausos y sobre su particular altar, se colocó, no sin esfuerzo, en la hornacina reservada solo para él. Desde allí dirigió los cánticos de los gaupaseros aglutinados en la cuesta de Santo Domingo. El repertorio fue el tradicional sanferminero. No faltaron ni algunos tan clásicos como el «uno de enero, dos de febrero...» o «hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual» y la cosa llegó hasta el homenaje a otro deportista navarro con el «no podrán parar a Patxi Puñal», en honor al capitán rojillo.

La otra ovación de la mañana se la llevó Induráin. El joven disfrazado del campeón de Atarrabia llegó montado en su «Espada», sobre la cual parecía que tenía algunos problemas de equilibrio. El gentío reunido a su alrededor evitó que sufriese una desafortunada caída. En ese instante, todo quedó listo para poner fin al programa extraoficial de los sanfermines. Tres cánticos a San Fermín, periódico en mano, para que los protegiese en el encierro, últimos estiramientos y calentamientos para evitar lesiones de última hora y a la carrera, cuesta arriba.

Este año, sin embargo, la protección no fue necesaria. Tras superar Santo Domingo y la Plaza del Ayuntamiento, donde los gritos de «UPN kanpora» retumbaron con fuerza, recordando el sentir de la gente de la necesidad de un cambio también en el modelo festivo, se enfrentaron a la larga recta de Estafeta. Antes, varios corredores cayeron en la curva de Mercaderes. Alguno culpó de su resbalón a la grasa acumulada en el suelo de esta zona desde la colocación del Burger King.

Todo el mundo intentaba coger una buena posición para correr delante de los cuernos de la «Espada», pero la aglomeración de gente, tan discutida a lo largo de todos los encierros, hizo difícil acercarse al maillot amarillo. Además llevaba una cuadrilla de gregarios de lujo, que le llevan en volandas de inicio a fin para que pueda sufrir una caída. Esta vez, por suerte, no tuvo el más mínimo percance. Entre ánimos de los corredores que avanzaban a su lado y en ambiente festivo, se remontó la famosa calle iruindarra sorteando obstaculos en forma de camiones de reparto y turistas despistados para llegar hasta la entrada al callejón de la Plaza de Toros, donde los congregados tomaron un respiro.

Sin incidentes

En años anteriores, tanto la Policía Municipal como la Nacional fijaban aquí su cordón para no dejar pasar a quienes todavía tenían ansia de fiesta. La argumentación que llegaba desde el Ayuntamiento aludía a la necesidad de que Iruñea recuperara la normalidad. La capital de Nafarroa no podía permitir diez minutos más de juerga después de 204 horas. El año pasado la carga policial por Alde Zaharra se saldó con cuatro detenidos y varios heridos, en un despropósito de los antidisturbios, que incluso fueron grabados disparando con las peloteras a balcones de Iruñea. Al igual que hace dos años, cuando los incidentes se repitieron con la excusa de devolver la normalidad perdida a la ciudad.

Este año, al contrario, no hubo presencia de agentes a lo largo del recorrido, pese a que se encontraban vigilando desde la lejanía. Una vez alcanzada la Monumental de Iruñea, el pentacampeón del Tour de Francia descendió su bicicleta exhausto por el esfuerzo realizado. Seguramente no pagó el esfuerzo hecho durante el encierro, sino a lo largo de toda la noche de barra en barra. Finalizada su etapa de ayer, fue despedido entre aplausos y al grito de «Induráin, Induráin, Induráin». Hasta el año que viene.

El encierro podía haber terminado aquí, pero los gaupaseros quisieron recuperar las carreras originales delante de la villavesa, sustituida hace años por el de Atarrabia. Ante ello, no se dudó en esperar la llegada de alguna villavesa y en la calle Amaya cogieron la primera que subía desde Labrit y al trote, la guiaron hasta la plaza Merindades, donde terminó el «encierro de la villavesa 2013». Allá se intentaron realizar nuevas carreras, hasta que la gente, ahora sí con ganas de pillar la cama, dio por terminados los sanfermines. En el último instante, dos furgonetas de la Policía Nacional aparecieron en Merindades, pero pese a que se bajaron, no ocurrió ningún tipo de incidente.

De nuevo el modelo festivo ofrecido desde el Ayutamiento ha quedado lejos del que disfrutan los iruindarras, que siguen trabajando por crear unas fiestas participativas y populares. En este sentido, este año, hay que celebrar, entre otras cosas, la recuperación de un espacio propio como ha sido el Jai Gune de Gora Iruñea! o la celebración ayer del «encierro de la villavesa» sin incidentes y con absoluta libertad. Paso a paso, o corriendo como ayer, Iruñea recupera unos sanfermines para todos.

Además de Induráin, también hubo cánticos en honor de otro deportista navarro. Los gaupaseros quisieron recordar al capitán rojillo Patxi Puñal con el habitual «no podrán parar...»

Durante la mañana, también hubo lugar a la reivindicación del sentir popular con gritos de «UPN kanpora» e «Ikurriña bai, espainola ez», ambas repetidas durante los nueve días de fiesta

A diferencia de lo ocurrido en los últimos años, el popular encierro pudo cebrarse sin incidentes. La Policía Nacional tan solo apareció al final, y sin cargas como las de 2012 o 2011

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