La resaca de unos San Fermines para la historia ha llegado de la mano de cinco detenciones de jóvenes abertzales a los que la Policía española acusa de «alteración grave del orden público». Su supuesto delito: acceder a la plaza del Ayuntamiento con ikurriñas y banderolas en favor de la repatriación de los presos vascos, y defenderlas frente a una persona que con un cutter en la mano intentó destrozarlas. Dejaron entrar a uniformados de civil con objetos cortantes, pero que nadie espere medidas contra ellos. Policías abrieron la cabeza a representantes políticos como Txelui Moreno. Nunca serán arrestados, detenidos o encarcelados. Y el Juzgado de Instrucción número 4 de Iruñea ni está ni se le espera. La lista de agresiones y de manifestaciones de saña anti-abertzale podría extenderse hasta limites increíbles, como los que tuvieron que soportar los concejales de Bildu en el interior del Ayuntamiento con policías y juventudes de UPN. Pero no tiene sentido. No es esta una cuestión de orden público. Es sencillamente un recordatorio de que el bloque político y económico que ha hecho y desecho en Nafarroa no piensa facilitar el cambio que se percibe. Sino todo lo contrario.

La sed de venganza y la brutalidad policial son realidades que en Nafarroa se han cebado con los abertzales de izquierda. Incluso forman parte de la genética de los sectores más cuneteros que podrían estar tentados de utilizar en una situación crítica como la que se les avecina. Si pierden los próximos desafíos creen que lo van a perder todo y, a la vista de sus malas artes, no puede descartarse reacciones «incontroladas» de fuerza, con barniz judicial o sin él. Conviene tenerlo en cuenta, y saber que habrá que actuar bajo presión y provocación, pero con serenidad, seguridad y actitud.

Los sanfermines han marcado tendencia y han fortalecido el convencimiento propio. Se han ganado espacios y se ha proyectado señales poderosas. Las detenciones no revierten esa dinámica estructural tan arraigada. Fortalecer esa espiral expansiva es la mejor respuesta.