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El gran espectáculo de la magia convertido en truco cinematográfico en «Ahora me ves...»
M.I. | DONOSTIA
Louis Leterrier tuvo como padrino a Luc Besson, y una vez en Hollywood ha demostrado tan poca personalidad como cuando trabajaba en Europa. Es otro de esos profesionales del cine que rinde culto al efectismo digital, siempre por encima de la historia a contar. Y en «Ahora me ves...» ha contado con un presupuesto de más de 70 millones de dólares para jugar con la tecnología CGI a su antojo, por más que diga que la película se inspira en los trucos visuales del arte de la prestidigitación.
No dudo en que los intérpretes principales aprendieran las técnicas del ilusionismo con verdaderos magos, pero como bien reza el propio mantra que recitan los Cuatro Jinetes: «Entre más cerca mires, menos observas». En efecto, se puede seguir el juego de cartas que realiza Jesse Eisenberg cuando los naipes están en sus manos, pero es que el número termina con las luces de la fachada de todo un edificio, así que el espectador se pierde a partir de ahí.
El metraje de casi dos horas se divide en tres grandes shows sobre escenarios de Las Vegas, Nueva Orleans y Nueva York. El siguiente es siempre más ambicioso que el anterior, por lo que en la recta final se quiere sorprender al respetable con una serie de desenlaces superpuestos, como si la traca de despedida no fuese nunca a llegar. Al partido le sobran la prórroga, los penaltis y las jugadas de cara a la galería.