En los últimos tiempos se ha abierto el interesante debate sobre el apoyo-ayuda-subvención de las instituciones al deporte profesional. Para ello conviene definir qué entendemos por deporte profesional porque, a ojos de los entendidos aficionados guipuzcoanos, tan profesionales son el fútbol, el baloncesto, el rugby, el balonmano o el hockey hierba desde el punto de vista de la dedicación, de la exigencia, de alcanzar un equilibrio económico como incomparables se refieren a los recursos que se destinan, en los sueldos de los deportistas y, por qué no decirlo, en la pasión que generan en el público en general.

El criterio con el que trabaja actualmente la Diputación Foral de Gipuzkoa es hacer una transición hacia un escenario de cero euros al deporte profesional, si bien marca una «discriminación positiva» hacia el deporte femenino y el autóctono.

Desde las categorías inferiores, el deporte inspira en la juventud valores necesarios en la sociedad actual. Esfuerzo, dedicación, motivación, objetivos, trabajo en equipo, solidaridad, empatía, toma de decisiones rápidas, cambio de roles, disciplina... son elementos que diariamente se viven en el deporte, sea de un nivel de profesionalismo máximo o menor. Y los clubes de categorías elite ejercemos de referencia. Es decir, el retorno de esa ayuda institucional, en algunos casos intangible, sí es apreciable.

Si alimentamos que una deportista mujer, jugando a un deporte llamado minoritario, también puede ser pódium en un Mundial, medallista olímpica, ganar la Liga y jugar Champions League estaremos abriendo una esperanza a muchas jóvenes, no para asegurarse una carrera de miles de euros, sino para tener la oportunidad de afrontar un reto deportivo y personal. Para ello es necesario que los clubes de referencia tengamos proyectos con los pies en el suelo, al mismo tiempo ilusionantes y atractivos.

Ultimamente hemos asistido a un baile de cifras estratosféricas sobre el jugador -de 23 años- Asier Illarramendi. Dicen que la operación ronda los 39 millones (unos 6,7 millones de IVA). Nuestra última incorporación -mujer de 21 años, internacional absoluta- no ha llegado ni al 0,007 de esa cifra en neto. Pero la dedicación de ambos deportistas, estamos seguros, será similar.

Como el corto plazo nos aprieta más de lo que deseáramos, nos atrevemos a realizar una sugerencia a la Diputación Foral de Gipuzkoa y al Gobierno vasco. Como el de Illarramendi se trata de un ingreso extraordinario, nuestra petición es que tanto la institución foral que gestionará sobre el 16% del total de ese IVA generado, es decir, poco más de un millón de euros (¡nos basta con el pico!) como el ente autonómico que percibirá más de cuatro millones destinen parte de esas partidas inesperadas al deporte guipuzcoano que logren paliar los recortes -en nuestro caso de un tercio del ya ajustado presupuesto- en las aportaciones de la próxima temporada.

Balonmano Bera Bera desea poder reeditar los éxitos de la última temporada y disputar la que llaman la mejor competición europea de clubes femeninos, la Champions League de balonmano femenino. Para ello estamos reclamando el apoyo popular y el de las empresas para completar el presupuesto y en dicha labor ardua pero necesaria estamos recibiendo la colaboración, muchas veces desinteresada, de bastantes empresas y particulares pero nuestro objetivo todavía no está cumplido.

Creemos que es el momento de reivindicar un incentivo para las buenas gestiones realizadas -y las hay varias en nuestro territorio- y que parte de esos ingresos extraordinarios que ha generado una única operación del acaparador fútbol puedan reinvertirse en todo el deporte del territorio. Y nos emplazamos con sumo interés para seguir con la reflexión sobre las ayudas al deporte, bajo un análisis sobre su efecto en la sociedad.