El británico Chris Froome (Sky), ganador del Tour, y el colombiano Nairo Quintana (Movistar), segundo clasificado y revelación de la carrera, ya están llamados a protagonizar el duelo estelar de la edición de 2014.

Froome, de 28 años, ha prolongado el dominio británico al tomar el relevo de Bradley Wiggins en el palmarés del Tour. Un corredor completo, capaz de dominar en los puertos y en contrarreloj, que encaja con el ciclismo moderno. Susceptible de mostrar sus debilidades, como cuando cogió la pájara en Alpe d'Huez, ha sido el mejor, sin debate. Ganó con un modelo ofensivo, atacando con clase en la primera etapa pirenaica y en el Mont Ventoux, y se llevó la contrarreloj alpina. Dominó los puntos claves del recorrido.

Si alguien le complicó la vida, ese fue Nairo Quintana. Un debutante de 23 años, forjado en la naturaleza de Boyacá, un escalador de los que abren las páginas de la historia. De hecho, superó el tercer puesto de su compatriota Fabio Parra en 1988 y se enfundó los maillots de la montaña y de mejor joven.

El colombiano «puede ser un hombre Tour», asegura su director, Eusebio Unzue, y sus límites no tienen techo. «En carrera tiene la cabeza de Indurain», añade, porque es tranquilo, superó la presión de la carrera sin inmutarse y no se arruga ante nada. El Tour ya le espera con los brazos abiertos. Madera de campeón y representante del escalador puro, de los que alimentan la parte épica del ciclismo; y solvente en la contrarreloj, aún lejos de ser un especialista.

Y tras ellos, muchas dudas. La espectacular victoria del italiano Vincenzo Nibali (Astana) en el Giro le apunta como el gran aspirante, pero para ello debería sacrificar la corsa rosa y apostar claramente por el Tour. El catalán Joaquim Rodríguez (Katusha) y el madrileño Alberto Contador (Saxo) también ofrecen dudas, el primero por su edad, ya tiene 34 años, y el segundo porque lleva un par de años sin mostrar el nivel ofrecido antes de su positivo por clembuterol.

Conmemora la I Guerra Mundial

Una edición, la de 2014, que pondrá rumbo al norte para irse hasta Leeds (Yorkshire, Inglaterra) y tomar la salida en tierras inglesas por segunda vez en su centenaria historia. «Después de la salida más sureña, Corsica, nos vamos al punto más norteño», se felicita el director Christian Prudhomme.

Están previstas tres etapas en suelo inglés. La primera se antoja favorable para los sprinters, entre Leeds y Harrogate. La segunda, en cambio, presenta unas cuantas dificultades, a falta de grandes puertos, y un desnivel considerable entre York y Sheffield. «Se parecerá a la Liège-Bastogne-Liège», adelanta Thierry Gouvenou, que sustituye a Jean-François Pescheux el próximo año en la dirección deportiva de la carrera. El tercer día conduce de Cambridge a Londres, que acogió la salida del Tour hace siete años con gran éxito. La continuación del recorrido se descubrirá el 23 de octubre, en la presentación que se llevará a cabo en el Palacio de Congresos de París.

No obstante, ya sabemos que los organizadores quieren unirse a la conmemoración de la Primera Guerra Mundial. La carrera atravesará el norte del Estado francés, la región que guarda en su suelo gran parte de los rastros del fatal conflicto iniciado en el verano de 1914. Posiblemente al lado de Lille, muy cerca de los tramos de pavés que atraviesa la Paris-Roubaix, y de la llanura de Bouvines, donde el rey Felipe Augusto ganó en 1214 una batalla histórica. El recorrido debería luego pasar al este -con posible visita a la Planche des Belles Filles dos años después de la primera vez- y atacar los Alpes antes de los Pirineos.

Por último, también ha trascendido un final de etapa en Saint-Lary-Soulan, cuarenta años después de la gran victoria de Poulidor sobre Eddy Merckx.