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Pello Urizar, Joseba Gezuraga Secretario general de Eusko Alkartasuna y coordinador de Eusko Alkartasuna de Bizkaia, respectivamente

Gernika vuelve a ser un símbolo

La Justicia española vuelve a demostrar que ni entiende ni a este país ni le respeta. Poner en duda la figura de José Mari Gorroño es tan absurdo como ridículo

La noticia de la concesión del galardón Gernika por la Paz y la Convivencia a Arnaldo Otegi y Jesús Egiguren fue muy comentada en los medios de comunicación y también muy celebrada en amplios círculos sociales de Euskal Herria. Tanto el galardón en sí, con su simbolismo, como el trabajo realizado por los galardonados y la ceremonia de entrega del premio ofrecen muchos aspectos para el análisis.

En 2013 Gernika sigue siendo objeto de polémica. Por una parte, en los sectores más retrógrados del Estado molesta como símbolo de la represión que ha sufrido históricamente Euskal Herria. Y molesta también como ejemplo del trabajo que se ha realizado en este país para conseguir la paz; una paz basada en la justicia, la libertad y la memoria histórica.

76 años después del bombardeo, Gernika sigue siendo inmensamente simbólica para la sociedad vasca, por eso se mira con lupa todo el trabajo que allí se hace y que, paradójicamente, frente a las críticas que recibe en el Estado, goza de un gran prestigio a nivel internacional. De hecho, las iniciativas del municipio, el Museo de la Paz, etc. son un referente en materia de derechos humanos en Europa.

También la ceremonia de entrega del galardón, a la que, evidentemente, Arnaldo Otegi no pudo acudir por encontrarse en prisión, tuvo una gran carga simbólica. Protagonizada por las hijas adolescentes de los dos políticos cuya labor se premió, miró a las próximas generaciones, al futuro que queremos construir y que precisa de un proceso de reconciliación social protagonizado por personas de diferentes familias políticas enfrentadas durante décadas.

La ceremonia tuvo la virtualidad de volver a sacar a la palestra la irracionalidad del hecho de que Otegi continúe en prisión por una labor análoga a la realizada por Egiguren, es decir, por el trabajo político y sólo político. Igualmente, puso el foco sobre el esfuerzo que se está realizando en la sociedad vasca para sacar adelante el proceso político de resolución del conflicto, para conseguir una paz definitiva y la normalización política del país y al que Madrid responde con continuas zancadillas.

En su momento, acogimos la concesión del galardón con satisfacción; hoy nos damos cuenta de hasta qué punto molestó el premio. La prueba es la imputación de José Mari Gorroño, alcalde de Gernika, en la Audiencia Nacional por enaltecimiento y justificación del terrorismo.

La polémica generada en su momento en torno a la concesión del premio, y que no fue ajena a los intereses partidistas, ayudó a poner el foco de esos instrumentos contra la normalización de Euskal Herria que son Dignidad y Justicia y la Audiencia Nacional en José Mari Gorroño. En este sentido, es bastante lamentable tener que apelar a estas alturas a la responsabilidad de quienes generan discordias interesadas, que sólo sirven para crispar el ambiente y no ayudan en nada a andar el camino que la sociedad vasca ha emprendido.

La justicia española vuelve a demostrar que ni entiende a este país ni le respeta. Poner en duda la figura de José Mari Gorroño es tan absurdo como ridículo, su apuesta por el proceso de paz y normalización política es clara, y su trabajo en el ámbito de los derechos humanos conocido y reconocido en toda Europa. Además, fue cabeza de lista de una de las candidaturas que más apoyos concitó en Bizkaia en las últimas elecciones municipales: casi el 63% de los vecinos y vecinas de la villa foral votaron la candidatura de Bildu encabezada por Gorroño, avalando, de paso, el trabajo realizado la legislatura anterior.

Quienes conocemos a José Mari Gorroño sabemos que una de sus mayores satisfacciones es que, como alcalde de la villa, tiene el honor de ser el depositario del Acuerdo de Gernika. El pacto que con las amplias adhesiones recabadas supuso el inicio de un tiempo de acuerdo, soluciones y defensa de los derechos humanos lleva el nombre de Gernika y su edición original está custodiada en el Ayuntamiento.

Paz, libertad, memoria histórica y derechos humanos. Gernika aúna cuatro de los pilares del futuro que queremos construir. Esa es la razón de que sea tan molesta. Esa es la razón que llevará a José Mari Gorroño a declarar ante la Audiencia Nacional el día 13 de septiembre. No estará solo.

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