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CRíTICA: «Una canción para Marion»

Un coro aficionado con muy buenos solistas (2)

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Mikel INSAUSTI

Ayer dediqué la primera parte de la crítica sobre «Una canción para Marion» al apartado musical, destacando las canciones de sus solistas Vanessa Redgrave y Terence Stamp por encima de las interpretadas por el coro OAPZ. Con el registro dramático ocurre otro tanto, puesto que la pareja estelar es ahí donde más se luce y donde también la película se rejuvenece, al tomar Gemma Arterton el relevo como protagonista femenina de la veterana actriz, cuando su personaje muere.

No quiere con esto despreciar el tono coral de «Una canción para Marion» para aislar y ensalzar el recital interpretativo de las dos actrices y el actor mencionados porque, como bien define en la revista «Fotogramas» Manu Yáñez Murillo, es un cruce entre «School of Rock» de Richard Linklater y «Amour» de Michael Haneke. Del primer título toma la figura del melómano que inculca la pasión musical a un grupo de alumnos, y del mismo modo que Jack Black animaba a los niños y niñas de un estirado colegio a desmelenarse, Gemma Arterton intenta liberar de sus complejos generacionales a los abuelos y abuelas de la agrupación coral. Del segundo rescata la representación del doloroso trance para una pareja de edad avanzada, al llegar la inevitable pérdida del ser amado. Y en eso no desmerece un ápice con respecto a su oscarizado y reverenciado modelo.

Lo siento por los Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva de «Amour», pero me quedo con Terence Stamp y Vanessa Redgrave. El trabajo de ella, aunque más corto, impresiona por cómo refleja las dificultades de movilidad y expresión de una persona enferma, incidiendo en la merma del habla. Una vocalización temblorosa que afecta a Marion igualmente a la hora de cantar, si bien le confiere por contra una especial emoción a su particular sentido de la melodía.

Pero, con permiso de las extraordinarias Vanessa Redgrave y Gemma Arterton, quien se come la pantalla es Terence Stamp. No es ya que hable y, hasta cante, con esa entonación tan profunda, sino que además deja sentado, por si quedaba alguna duda, que la suya es la presencia más poderosa de la historia del cine.

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