Sally burch | periodista
El ALBA hacia una zona libre de miseria
La periodista británica Sally Burch analiza la XII Cumbre del ALBA-TCP celebrada el lunes en Guayaquil, en la que los asistentes acordaron convertir a los países miembros de la alianza bolivariana «zonas libres de hambre, analfabetismo, miseria y marginación». Otras de las decisiones adoptadas es crear un equipo técnico jurídico que prepare una demanda contra Estados Unidos por implantar un sistema de espionaje masivo. La aportación de los movimientos sociales fue asimismo muy importante.
Con la Declaración del ALBA desde el Pacífico concluyó la XII Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América-Tratado de Comercio entre los Pueblos (ALBA-TCP), realizada en Guayaquil, Ecuador, el 30 de julio, en la cual se formalizó el ingreso de Santa Lucía como nuevo miembro de este proceso integracionista y se convino «convertir a nuestros países, no ya en zonas de libre comercio, sino en zonas libres de hambre, analfabetismo, miseria y marginación».
Entre los acuerdos adoptados se establece la conformación de una comisión de alto nivel «para elaborar una propuesta para la creación de una Zona Económica Complementaria entre países del ALBA, del Mercosur y de Petrocaribe, la cual será puesta en consideración de estas instancias».
En este sentido, puntualiza la Declaración, «deben privilegiarse la complementariedad y la solidaridad como lineamientos de la integración económica, antes que la competencia entre nuestros países, como única vía para fortalecer la base material del proyecto alternativo que representa el ALBA y, de este modo, asegurar la continuidad y el reimpulso de los exitosos programas sociales que caracterizan la Alianza».
La realización de este proyecto exige «una visión integral y alternativa de desarrollo», enfocada hacia «aquellos ámbitos en los que podemos construir sinergias. (...) Particularmente, en áreas como la energía, el comercio intrarregional, la producción de alimentos, las industrias intermedias, inversiones y financiamiento», remarca el documento. Se buscarán también nuevas relaciones a nivel internacional, para lo cual se presentará una propuesta al grupo llamado BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica).
Otras decisiones de esta Cumbre incluyen la creación de un grupo consultivo para alertar sobre riesgos frente a problemas socioeconómicos complejos; la conformación de un equipo técnico-jurídico que prepare una demanda contra EEUU en las Naciones Unidas, por haber implantado un sistema de espionaje masivo a nivel mundial, violatorio de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (como lo reveló recientemente el ex agente Edward Snowden); y reforzar la cooperación con Haití en salud, educación y programas sociales. Haití junto con Argentina y Uruguay participaron como observadores en el Cónclave.
Al final de la jornada, los mandatarios asistieron a un acto masivo en el Coliseo Voltaire Paladines donde recibieron la Declaración de Guayaquil emanada de la Cumbre de Movimientos Sociales de la ALBA, que se instaló desde el día anterior. Esta Declaración respalda la visión de buscar «un nuevo orden mundial multipolar y pluricéntrico, basado en relaciones políticas y económicas internacionales horizontales, respetuosas de los equilibrios entre humanos y naturaleza». Asimismo, rechaza cualquier intento de retorno al gobierno directo del sector privado empresarial (neoliberalismo) y «los intentos de remozar la hegemonía imperialista en el hemisferio que se expresa, entre otros, en la Alianza del Pacífico», ya que implica beneficiar a «intereses elitistas y privados, lejanos del bien común».
Al respecto, el presidente boliviano, Evo Morales, resaltó, ante la prensa, que «por primera vez siento que presidentes y Gobiernos antiimperialistas nos organizamos para acompañar a nuestros pueblos organizados en movimientos sociales para enfrentar las políticas de hambre, de saqueo y de invasión», y expresó que esta acción lo lleva a pensar que el ALBA está retomando su tarea de defender a los pueblos. El presidente venezolano, Nicolás Maduro, por su parte, al conocer la Declaración de Guayaquil de los Movimientos Sociales, reconoció su sincronía con la visión de los presidentes del ALBA. Este pronunciamiento resalta el desafío de profundizar la participación protagónica de los movimientos sociales en la construcción «de esta gran alianza de los pueblos y de fortalecer el Poder Popular en nuestros países y en la región», dijo.
En tal sentido, recuerda que los avances y concreciones de las luchas sociales por la justicia, sus propuestas en materia de defensa y proyección de los pueblos ancestrales y afrodescendientes y sus visiones de Buen Vivir/Vivir Bien, constituyen «el mejor aporte de los pueblos y movimientos que han hecho suya la propuesta de la ALBA en sus luchas de resistencias al capitalismo». Y por lo mismo, invita a «avanzar en una incorporación orgánica y plena del Poder Popular en el proceso de toma de decisiones de la ALBA».
Tanto la declaración oficial, como la de movimientos sociales expresan preocupación frente a los Tratados Bilaterales de Inversión (TBI) y las instancias internacionales de arbitraje como el CIADI, que han permitido a empresas transnacionales presentar demandas multimillonarias contra Estados por supuesto daños y perjuicios, como es el caso de las petroleras Chevron y Oxy contra Ecuador. La declaración oficial los califica de «nuevos mecanismos de dominación» que ponen en riesgo «la estabilidad de nuestros países -incluso hasta su solvencia económica- a partir de procesos judiciales claramente viciados de nulidad, por abuso y colusión de intereses». Aunque señala también que «no implica el rechazo taxativo de la Inversión Extranjera Directa, sino más bien un relacionamiento inteligente con ella». Por su parte, los movimientos sociales demandan una auditoría de los TBI, y el descarte no solo de éstos sino de todos los instrumentos comerciales «que colocan la reproducción del capital por encima de la reproducción de la vida».
Respecto al tema de la seguridad de las informaciones y el espionaje masivo, los movimientos sociales respaldan las posturas de dignidad expresadas por los gobiernos y sus esfuerzos «por develar los mecanismos de control imperialista, tales como el espionaje, o la usurpación y almacenamiento de datos, sobre países y personas». Frente a ello, proponen desarrollar iniciativas de soberanía tecnológica y del conocimiento, con particular énfasis en la importancia de ahondar esfuerzos por desarrollar mecanismos telecomunicacionales propios y software libre.
Además, alientan a profundizar procesos de democratización de la comunicación «para afirmar el derecho de los pueblos a comunicarse libremente y a afianzar modelos de redistribución socialista de los espectros radioeléctricos».
Otros temas que aborda la Declaración de movimientos sociales incluyen la revolución agraria, con el impulso de esquemas de agroecología y comercio justo; la despatriarcalización del Estado; y la lucha contra el racismo.
Para Irene León, portavoz de la Cumbre de movimientos, la Declaración es «un pronunciamiento contundente para que los países ALBA analicen, conozcan y eliminen en todo lo posible las posibilidades de los instrumentos de control imperialista en la región».
El dirigente campesino y vocero Romelio Guamán, por su parte considera en este proceso el movimiento social debe tener clara su conducción, su estrategia y su propia autonomía. Y en tal sentido, precisa que los movimientos han ido trazando su propia hoja de ruta. Pueblos indígenas, afrodescendientes, sectores rurales, mujeres, jóvenes intercambiaron y formularon sus propuestas para el proceso organizativo propio de los movimientos, cuya próxima cita es en Cochabamba este 31 de julio, con el Encuentro Internacional por la Defensa de los Derechos Humanos y la Soberanía de Nuestros Pueblos.
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