EL PUNT AVUI | Editorial, 2013/8/2 (Traducción: GARA)
Un retrato político lamentable
(...) Rajoy habló, admitió el error de haber depositado la confianza en la persona equivocada y ahí se acabó la intervención para consumo interno. Que no dimitirá por propia voluntad y que no se convocarán elecciones por iniciativa suya eran certezas sobre las que no había ninguna duda. Sin embargo, los mensajes de aparente firmeza ante los ataques de la oposición (una firmeza sustentada por la comodidad de una mayoría absoluta) seguramente habrán tenido efectos tranquilizadores fuera de las fronteras del Estado español.
La sesión que se vivió ayer en Madrid se puede calificar de poco más que de trámite, no sólo por la imposibilidad de forzar a tomar decisiones políticas alguien que tiene el rodillo de la mayoría bien cogido, sino también porque el principal partido de la oposición está muy lejos de sus días de gloria y aún a más distancia de poder dar lecciones sobre ética política.
Ensanchando un poco más el encuadre, en vez de centrarlo sólo en Rajoy, cualquier observador político mínimamente perspicaz pudo comprobar ayer que la política española vive una situación de colapso ético y de deriva institucional difícil de reconducir en una situación de crisis como el actual, en que los partidos no tienen líderes con suficiente carisma y credibilidad. Los problemas de España son dos: se necesitan cambios y capacitación para hacerlos.