Raimundo Fitero
Salarios
Está convirtiéndose en un lenguaje opaco, desfibrilador de cualquier noción de razón aritmética. Si todo lo medimos por lo que es, más lo que podría haber sido, entonces seríamos casi todos millonarios porque contabilizaríamos lo que no nos hemos gastado y sumaríamos cantidades como para poder jugar una partida de garrafina con cualquier banquero. ¿Se han fijado que Santander y BBVA han presentado crecimientos de beneficios en el primer semestre de este año que superan los logrados en todo el 2012? ¿A qué suena esa letanía?
Está calentándose el mundo del fútbol con una emigración notable de los jugadores más importantes de todos los clubes de la clase media de la Liga, es decir esa que está por debajo del Barça-Real Madrid. Es un síntoma, porque los clubes están arruinados, se han salvado algunos de ellos de bajar de categoría por impagos en el último instante con participaciones populares y con la apuesta de los propios jugadores, y no están la mayoría de ellos en condiciones de pagar los salarios que se pagaban. ¿Por qué en Gran Bretaña, Estado francés, Catar, Rusia o Alemania sí pagan salarios descomunales los clubes y nadie les dice nada?
En medio de la galbana se me ocurre pasar por «Sálvame», y están con la matraca de los correos amorosos de Urdangarin. Se han convertido en un sainete. Tienen material los tertulianos para entretenerse y entretener. Hay muchos salarios ahí a la vista en medio de un decorado veraniego de baratillo. Este programa de chismorreos no descansa, es una máquina que tritura cualquier desperdicio social sin reciclar.