Fede de los Ríos
¿Paciencia?
Aparece en televisión la que llaman ministra de Empleo y Seguridad Social, que pese a no conocérsele empleo alguno, no deja de asombrarnos, a la parte social, con la seguridad de sus afirmaciones. El viernes dice: «la reforma laboral ha contribuido a evitar la destrucción de 225.000 empleos en su primer año de aplicación» y, como diría Rajoy, «fin de la cita».
¿Por qué no 335.000? pongo por caso, o 215.000. A mí, María Fátima me da miedo. No es sólo su amplio y acartonado rostro, como de ninot fallero o kiliki sanferminero, y la impresión de que sus declaraciones en realidad las realice alguien que vive en su interior, como una matrioska habitada por otro ser que se esconda de sus iguales. El miedo al que me refiero es a la posibilidad de acostumbrarnos a la ausencia total de argumentos necesarios para sustentar afirmaciones que, lejos de ser ajenas, determinen nuestras vidas. O, lo que es lo mismo en román paladino, decir lo que a una le salga del chichi (o a uno de la polla, depende del caso), cobrando de los demás por ello (fin de la cita). 225.000 empleos no destruidos ¿revelación de la Virgen de Rocío o del buen hacer del perejil en honor a San Pancracio?
Lo de Fátima era preparación a la afirmación de la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, de que los trabajadores y trabajadoras del Estado español que aún conservan sus puestos de trabajo deberían ver mermados sus salarios en un 10% a fin de crear las condiciones necesarias para generar empleo y en 2018 empecemos a remontar, tras haber pagado la deuda, por supuesto.
La señora Lagarde, cuyo sueldo anual, a julio de 2011, ya era de 467.920 dólares, a los que hay que añadir un suplemento de 83.760 dólares por gastos de representación, es decir, 551.700 dólares, aparte de otros razonables gastos que también le serán pagados, anda metida en juicios por actuaciones anteriores; el anterior director del FMI será juzgado por proxeneta, y al anterior del anterior, un tal Rato, el de Bankia, el que la diosa fortuna quiso que naciera en lo que llaman España, nunca será juzgado.
Un diez por ciento más de paciencia nos situaría por encima del santo Job, aquél a quien Dios permitió que Satanás le causara un rosario inagotable de desgracias como pillar la sarna, arruinarle año tras año la cosecha, que caldeos y sabeos (unos cabrones de la época) mataran a sus criados y a sus hijos, su esposa le repudiara, muriera todo su ganado, cayera en la más absoluta pobreza y al final dos simpáticas golondrinas le cagaran, oh milagro, una en cada ojo y le dejaran ciego sin una Esther que lo curase, y ante cada desgracia sobrevenida afirmando, sin duda alguna: El Señor es mi pastor, nada me puede faltar. Ríete tú de «La casa de la Pradera». Y todo, a la mayor gloria de Dios o, en nuestro caso, del Capital.
Los 24.000.000.000 de euros del rescate bancario el Estado los da por perdidos (una deuda que pagaremos a escote para no atosigar a los banqueros). Sube todo. Ahora nos reducen el 10% el sueldo y por cada diez contratarán a otro del que sacar plusvalía. Ni Job lo hubiera soportado.