Tres ejemplos. Lo del monarca alauita que tras varias manifestaciones de sus súbditos protestando por la concesión del indulto pedido por su primo el suegro de Urdangarin a un pederasta español condenado a decenas de años, manda un comunicado para que nos regodeemos en la convicción de que estamos ante unos reyezuelos abyectos, que viven en la edad media, pero con armamento de última generación. Asegura Mohamed VI que no sabía nada de los antecedentes del susodicho. O sea, firma a ciegas. Pero hay una noticia en la que se nos informa de que este indulto fue una recomendación del CNI, es decir de la supuesta inteligencia española. Algo huele a podrido.

Edward Snowden acaba de recibir asilo político en Rusia. Inmediatamente los servicios de intoxicación de USA lanzan una alerta global jurando que han detectado unos correos electrónicos a unos dirigentes de Al Qaeda en donde avisan de atentados inminentes. No se lo creen ni ellos. Justifican, una vez más, que nos están espiando, que nos controlan, que Internet y todos sus derivados, que empezó como un asunto militar, sigue siendo un asunto militar. Pero para un uso de control civil con el terrorismo como excusa.

Por último: e nos presenta una noticia en todos los medios que habla de la censura en YouTube de un anuncio de prendas de lencería fina diseñadas por las hermanas Cruz, y cuyo spot, dicen, ha dirigido Penélope. Interviene una modelo despampanante, un actor con tirón erótico, Miguel Ángel Silvestre y hace un papelito Javier Bardem. La supuesta censura es parte del anuncio, una manera de llegar con más morbo a cumplir sus cometidos.