ANÁLISIS | Políticas anticrisis
Sobre la reestructuración bancaria
Los autores critican las políticas monetarias expansivas y de rescate llevadas a cabo en el Estado español y en el conjunto de la Eurozona y defienden la necesidad de abordar una verdadera reestructuración del sistema financiero, empezando por su redimensionamiento.
Ekai Center
Diversos factores inciden en que se esté acercando el punto de inflexión en las políticas anticrisis que Ekai Center ha venido anticipando durante los últimos meses. Por un lado, se encuentra el aparente fracaso de la estrategia militar de huida hacia delante practicada por la élite financiera. Por otro lado, está el agotamiento de las políticas de rescate bancario con cargo a fondos públicos, incluyendo las políticas de expansión monetaria dedicadas a ese fin.
La alternativa, que llevamos planteando desde el estallido de la crisis en 2007, no es otra sino la reestructuración del sector financiero como instrumento necesario para la reactivación de la economía real occidental.
Volvamos al origen. Ya en 2007, Ekai Center planteaba que en esta crisis -como en otras crisis financieras- nos encontramos como desequilibrio básico con un claro sobredimensionamiento del sector financiero frente a la economía real. Es decir, el sector financiero se asienta sobre unos activos (créditos sobre la economía real) difíciles o imposibles de cobrar.
En el caso de esta crisis económica, este desequilibrio se manifiesta en diferentes formas.
Por un lado, en el sobreendeudamiento global de los estados occidentales, con porcentajes de deuda pública y privada sobre el PIB de entre el 300% y el 400%.
Por otro lado, en el elevadísimo riesgo de la banca de inversión sobre el mercado de derivados financieros, cuyo estallido está en el origen de casi todas las crisis financieras de los últimos 30 años y que nadie se atreve realmente a cuantificar.
Superar la crisis financiera exige, por tanto, corregir esta radical desproporción entre economía real y economía financiera. Dos son las estrategias básicas a desarrollar al respecto: La primera, consiste en la reestructuración o reconversión del sector bancario, con el fin de adecuar su dimensión a la capacidad de pago -de endeudamiento- de la economía real
En segundo lugar, es necesario el trasvase masivo de recursos desde la economía real hacia el sector bancario.
Decíamos entonces -y lo mantenemos ahora- que, a partir del 2007, Estados Unidos y Europa deberían haber puesto en marcha la primera de estas opciones: la reestructuración o reconversión -con redimensionamiento de balances- del sector bancario.
Como es sabido, lo que Occidente ha hecho hasta ahora -salvo excepciones- ha sido exactamente lo contrario. A través de los rescates bancarios y de las políticas monetarias expansivas se ha producido un flujo inmenso de recursos hacia la economía real, desangrando un año tras otro a gobiernos, empresas y familias. Como ya hemos expuesto repetidamente, las razones de que esto haya sucedido no son técnicas ni científicas. A pesar de lo que los economistas oficiales han venido defendiendo, no existe ninguna razón de ciencia económica para justificar lo que ha ocurrido.
Las razones hay que buscarlas en el ámbito de la economía política y, en concreto, en el sometimiento al sector bancario de una buena parte de la clase política occidental. Este tipo de respuestas ante una crisis financiera, que tradicionalmente se consideraban típicas de países en desarrollo con estructuras oligárquicas se han manifestado ahora de forma rotunda entre nosotros por razones equivalentes: la incapacidad de la clase política occidental de defender los intereses generales frente a una élite financiera que les financia y que controla los medios de comunicación.
Como consecuencia, la orgía de transferencias de recursos hacia el sector bancario ha sido manifiesta durante estos años, por vías directas e indirectas, subvenciones, garantías, préstamos bonificados, limitación de intereses de los depósitos, financiación de los bancos centrales...
Esta estrategia, injusta e intolerable, hubiera podido tener éxito si esta crisis financiera hubiese tenido otra dimensión. Pero -como ya anticipó Ekai Center- su carácter global para el conjunto de Occidente y la enormidad del riesgo acumulado por el sector financiero hacían ciertamente difícil que estas políticas consiguieran sus objetivos.
A pesar de todas las medidas de rescate, del continuado saqueo de gobiernos, empresas y familias, de la permanencia de las políticas monetarias expansivas, la gran banca occidental continúa en situación crítica.
Todo ello, junto con el reposicionamiento geoestratégico que se está registrando durante estos años, hace inevitable volver al principio, reconocer el fracaso de las políticas de rescate presupuestarias y monetarias y abordar de una vez la reestructuración interna del sector bancario occidental. Este parece ser cada vez más el contexto actual en Estados Unidos y, fundamentalmente, en la Eurozona. Las políticas monetarias expansivas están llegando a su fin y su agotamiento llevará al estallido de los grandes bancos comerciales y de inversión a menos que se aborde a tiempo el proceso de reestructuración ordenada de los mismos.
En los documentos elaborados para la puesta en marcha de las nuevas políticas de rescate interno o bail-in, la Unión Europea ya ha reconocido expresamente el fracaso y el error de las políticas de rescate. Ahora entramos en una nueva fase.