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Josu Roteta Trosta | Donostia

El coste-beneficio del euskara

 

El Gobierno Vasco, y el PNV que lo dirige, no tienen ningún interés en promover de forma efectiva el uso del euskara en la sanidad. Planteará medidas y planes insuficientes, para aparentar y dar una buena imagen, pero sin cambios de profundidad. No es su prioridad la atención sanitaria integral en euskara ni su plena normalización en el ámbito sanitario.

A un nivel político, de construcción nacional, a nivel de elaboración de referencias, el euskara siempre ha ocupado un segundo lugar en la historia del PNV. Se puede decir que ha renunciado a la plena normalización del euskara por el temor a generar tensiones y conflictos en una sociedad que, en general, ha aceptado la marginalidad de nuestro idioma; y por otra parte, por su supuesto coste económico. En la gestión de lo público, sus prioridades son y han sido siempre otras. En este momento, en una crisis severa y con menos ingresos económicos, en situación de «emergencia nacional», se pone en evidencia el concepto de nación del PNV y el nulo espacio que ocupa en él el euskara. Su promoción queda reducida a dos niveles: en primer lugar, a un nivel simbólico, que permita mantener el hecho diferencial. En segundo lugar, la obtención de réditos electorales al menor coste.

Hemos conseguido una enseñanza en euskara; ahora le toca a la sanidad. No deberíamos olvidar que sin una sanidad en euskara nuestra lengua no tiene futuro. Que mientras sea únicamente en castellano, el euskara será una lengua marginada, de segunda mano; la objección lingüística como modelo de una sociedad bilingüe de cartón piedra. Que el propio sistema sanitario forma parte de la maquinaria que acabará con el euskara. A ver si nos enteramos: o conseguimos un sistema sanitario euskaldun, o el euskara lo tiene claro; negro, mejor dicho.

El PNV no promoverá la verdadera euskaldunización de Osakidetza, salvo que esto le suponga un desgaste en su apoyo social y un coste electoral que cuestionen su hegemonía en el campo nacionalista, que es su prioridad absoluta. Pero en la lucha por la hegemonía del mundo abertzale, en la necesaria suma de fuerzas que exige la construcción nacional, la recuperación de nuestro territorio y nuestro idioma, la izquierda abertzale debe saber generar esa presión. Es llamativo, por ejemplo, que los sindicatos no hayan aprovechado el aumento de la jornada laboral que les ha impuesto el Gobierno para exigirle la euskaldunización, lo que implicaría mayor contratación y evitaría el despido de sus compañeros. A más horas, más euskara. Reivindicar el euskara podría haber sido su mejor escudo, la mejor defensa contra los recortes. Es su talón de Aquiles, y no lo han visto.

Las reivindicaciones testimoniales, las pancartas, no sirven. Es necesario generar una adecuada presión social y política, a todos los niveles, local y nacional, con la participación institucional y de masas, con el adecuado soporte de los medios de comunicación, sindicatos, organizaciones a favor del euskara, de forma bien coordinada, con efectividad. Una presión social y política que supongan un desgaste para el Gobierno Vasco y el PNV, un verdadero coste social y electoral. Sólo en el momento en el que la nula euskaldunización de Osakidetza suponga un lastre para el PNV, incluso el riesgo de perder unas elecciones; sólo cuando el riesgo de no euskaldunizar Osakidetza sea mayor que el coste económico que le atribuyen (y que no quieren afrontar) o el miedo a la tensión social que para algunos conlleva esta apuesta; sólo entonces el PNV y el Gobierno de Vitoria promoverán un auténtico Sistema de Salud euskaldun. Una simple, pero al mismo tiempo compleja, ecuación de coste-beneficio.

Simple, porque sólo esto les moverá; para el PNV la normalización lingüística es secundaria, no es una prioridad; prefieren cualquier infraestructura antes que garantizar la supervivencia de nuestro idioma. Compleja, por los obstáculos y dificultades que opondrán, como un buen cunctator, desde las instituciones, desde el propio Gobierno Vasco, desde el PNV y con la ayuda de sus medios de comunicación. Y por la magnitud y complejidad del sistema vasco de salud.

Uno solo no puede, una organización no puede, una entidad sola no puede. Esa presión la debemos hacer entre todos los que queremos vivir en euskara, los que priorizamos la normalización de nuestra lengua sobre otras cosas. Necesitamos la ayuda de todos: de la gente de la calle, de los euskaltzales, de la enseñanza, de los sindicatos, de los partidos, del Parlamento; de las radios, los periódicos y otros medios de comunicación.

Pero sólo hay una opción: generar una presión suficiente que consiga superar la ecuación del coste-beneficio.

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