El primer ministro ruso, Dmitri Medvedev, aseguró ayer, en vísperas del aniversario de estallido de la guerra ruso-georgiana de 2008, que ve con optimismo el futuro de las relaciones entre Rusia y Georgia, sobre todo por el cambio de dirigentes en la república surcaucásica. Endosó toda la responsabilidad de aquel conflicto al todavía presidente georgiano, Mijail Saakashvili, que ordenó invadir Osetia de Sur, y aseguró que nunca se propuso apartarlo del poder ni eliminarle físicamente. «Su destino personal nunca me interesó», afirmó Medvedev, saliendo al paso de las denuncias en ese sentido de Saakashvili, que en octubre cumplirá su mandato.

En una entrevista en la cadena Russia Today, el jefe del Gobierno ruso sostuvo que ambos pueblos no son enemigos y que la guerra «se debió a un error criminal de ciertos gobernantes», pero expresó su confianza en los nuevos dirigentes tras la derrota del Movimiento Nacional Unido de Saakashvili, en el poder desde 2003, en las elecciones legislativas de 2012, que dieron la victoria a la coalición Sueño Georgiano del actual primer ministro, Bidzina Ivanishvili. El nuevo Gobierno ha asegurado que una de sus prioridades es el restablecimiento de las relaciones con Moscú, pero Medvedev insistió en que Georgia debe «reconocer lo que ocurrió».

«Más pragmática»

A juicio de Medvedev la posición «más pragmática» del nuevo Ejecutivo ayudará en ese sentido, ya que una reforma constitucional de 2012 dejará prácticamente sin atribuciones al presidente al térmi- no del presente mandato.

La guerra comenzó el día 8 con la invasión georgiana de Osetia del Sur y se prolongó durante cinco días, en los que se registraron más de 3.000 muertos. A su término, Rusia reconoció las independencias de Osetia del Sur y Abjazia, territorios que se escindieron de Georgia en la década de los 90, y Georgia rompió relaciones diplomáticas con Rusia.