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Udate | Keanu reeves, actor

La gran aventura china de Keanu Rives

El eterno Neo de la saga de «Matrix» se atrevió a enfundarse las botas de director. Orgullosísimo presenta «Man of Tai Chi», una película de kung fu en la que abundan las patadas y manotazos, eso sí, con una historia.

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Keanu Reeves (Líbano, 1964) lo ha probado todo. O casi todo. Después de navegar (a veces a punto de aho- garse) en las diferentes aguas que brinda la actuación, publicar un libro de un largo poema, así como producir y hacer de entrevistador en el documental «Side by Side», decidió lanzarse a un océano infectado de tiburones: el de la dirección.

A sus 48 primaveras bien llevadas, pese a los malsanos comentarios de haber ganado un par de kilos (es que vale recordar que no se puede mantener la grácil figura de los 20), el actor presenta orgulloso su primer intento como tras las cámaras, «Man of Tai Chi». Un puñado de periodistas, en su mayoría asiáticos, fueron seleccionados para asistir a un exclusivo encuentro ofrecido por Universal Pictures al margen del Festival de Cannes. En el Salón Diane del Hotel Majestic en la muy chic Riviera francesa, con la advertencia previa de prohibido fotografiar y hacer videos durante el evento, aparecería el eterno Neo de «Matrix» con su melena juvenil, y enfundado en su ya uniforme de batalla de promoción, en riguroso negro y gris.

Una de kung fu se le antojó realizar al intérprete, lo cual no es de extrañar tomando en cuenta su muy conocida pasión hacia las artes marciales, así como su simpatía hacia China. «No diría que sienta una obsesión por ese país», se apura en aclarar, para agregar, «esta fue para mí una nueva aventura, he participado en muchas películas, pero esta fue una experiencia única», y se refiere no solamente al hecho de rodar en tierras foráneas, sino también al de dirigir y actuar al unísono.

Desarrollada en la China contemporánea, «Man of Tai Chi» cuenta la historia de un hombre de origen humilde (Tiger Hu Chen) que llega a Pekín en búsqueda de trabajo, tras ser reclutado por un lóbrego empresario (Reeves), y sin quererlo se verá envuelto en los bajos fondos de las luchas ilegales. «Mi personaje no es un tipo malo», explica Reeves, «es más bien un seductor, como un Fausto, una fuerza contraria a la del personaje de Tiger».

Rodada entre Hong Kong y Pekín, y en asociación con la mayor y más influyente empresa (estatal para más señas) cinematográfica del país de Mao Zedong, China Film Group Corporation, Keanu lanza un deseo al aire, «espero que esta colaboración sirva para acercar más la cultura china a la occidental». Es que este filme viene a ser un ejemplo «del gran interés hacia historias multiculturales, en las que se cruzan culturas y tradiciones, y por lo tanto universales», comenta la productora Lemore Syran.

Tras devengar millones de dólares por la conocida trilogía de los hermanos Wachowski, después de haber sobrellevado reveses personales, y saltar de producciones independientes a grandes películas de estudio y comedias románticas, Keanu Reeves está dispuesto a someter su carrera a un face lifting.

¿Qué era lo que estabas buscando para lanzarte como director?

Hace como cinco o cuatro años quizá sentí que me estaba haciendo viejo [sonríe], no sé, la cosa fue que empecé a pensar en dirigir. Pero no quería hacerlo porque sí. Mi lema era que dirigiría solamente si tenía una historia. Durante el desarrollo del guión, me sentí completamente integrado, y entendí el por qué tenía que ser precisamente esa trama y no otra [poniendo voz siniestra] y que no dejaría que otra persona la contara... [risas] Así sucedió, aunque admito que estaba asustado en el momento de realizarla.

¿Se puede decir que tu decisión de dirigir también tiene que ver con el documental «Side by Side» (2012 )?

Absolutamente. «Side by Side» me ayudó a familiarizarme más profundamente con el mundo de la dirección. Además, no puedo obviar que mi trabajo con magníficos directores también haya sido de gran inspiración para introducirme en la dirección. Por otra parte, previamente a «Man of Tai Chi» había participado en «47 Ronin» -un filme de aventura y fantasía de samuráis, dirigido por Carl Rinsch- en 3D que me fascinó, y también fue de gran ayuda a la hora de dirigir.

¿Cuál es la génesis de «Man of Tai Chi» y cómo llegaste a este proyecto?

Conocí a Tiger Chen Hu en 1997 en Los Ángeles durante el rodaje de la saga de Matrix; él era parte del equipo de Yuen Woo-ping, el coreógrafo de artes marciales. En aquel tiempo Chen Hu era stunt man (doble de acción), pero quería actuar, y quedamos en hacer alguna vez algo juntos. En el transcurso de cinco años desarrollamos -con el guionista Michael G. Cooney- esta historia. El guión resultó ser único, particular, así que se lo mostré a la productora Lemore Syran, a quien ya conocía de «La vida privada de Pippa Lee» (2009) y «Henry's Crime» (2010) -filmes en los que participó Revees-. Le dije que por favor leyera el guión con la esperanza de que se interesara en producirlo.

¿Por qué Chen Hu era la persona indicada para protagonizar tu primera película?

Durante el rodaje de «Matrix» pasábamos horas haciendo estiramientos o simplemente pasando el rato, así que empezamos a usar ese tiempo para contarnos historias. Chen Hu me relató historias extraordinarias sobre su maestro, como cuando se ponía al aire libre con alpiste en la mano, y el pájaro que se posara en la palma de su mano ya no podía volar porque el maestro tomaba su «chi» -lo que se entiende en la cultura china como la vitalidad o la energía vital-... Y yo reaccionaba ante tales cuentos como «¡No me digas!» [lo dice asombrado] A lo que él respondía: «Pues sí...» [en tono ceremonioso] Y le pedía que me narrara otro cuento del maestro [risas], así fue como descubrimos que compartíamos el mismo sentido del humor, así como las perspectivas en la vida. Eso nos unió.

Chen Hu es un hombre con mucha experiencia, es un maestro, con una carga de tradición, pero es al mismo tiempo un tío bastante moderno. Al tener esto como base, todo el proceso ha sido para mí como una gran experiencia de vida. En la película Tiger tiene unas 11 secuencias de acción, y es verdaderamente impresionante ver su actitud, su fuerza; fue bastante heroico de su parte realizarlas, tanto así que muchos stunts podrían decir «¡Dios!, `Man of Tai Chi' me destruyó!», mientras que Chen Hu diría [hace un gesto desafiante]: «¡Vamos, adelante!» (risas)

¿Qué significado tiene para ti el kung fu? y ¿cómo fue implementar ese elemento como director?

Siempre me parecieron bellas las películas de kung fu. Recuerdo que cuando era niño era el típico «Karate-Kid», veía filmes tipo «Los cinco dedos de la muerte» [risas] Para mí esas películas no solamente eran emocionantes, sino que también mostraban el deseo de superación del protagonista, de empoderamiento. Las grandes películas de estudio constituyeron mi verdadera introducción al mundo del kung fu, y para mí fue como un juego, como volver a mi niñez, combatiendo, divirtiéndome, aunque con el peligro de herirme.

En «Man of Tai Chi» fue muy entretenido y maravilloso tener buenas escenas de lucha; mi ambición era usar las secuencias de combate para contar la historia, planteándomelas como verdaderas escenas de actuación a través de las cuales se pudiera percibir la transformación del personaje de Tiger.

Kung fu contra huracanes

Mientras que algunos actores que pasan a la silla del director se decantan por historias mínimas, tal vez «fáciles» de realizar, a Keanu Reeves parece que se le quedó pegado algo de sus temerarios roles al elevarle el nivel de dificultad de su primera producción. Desarrollada en tierras desconocidas, en tres idiomas diferentes como lo son mandarín, cantones e inglés, Revees admite en tono de broma, «tuve que escuchar muy bien», y agrega más serio, «todo el proceso fue de mucha colaboración; conté con un gran apoyo en las traducciones, en la búsqueda de los actores, así como en el trabajo de cada escena».

A juzgar por los primeros tráileres de «Man of Tai Chi», se puede suponer que se trata de una gran inversión; la cifra oficial se ubica en veinticinco millones, aunque la productora Lemore Syran trate de desviar tanta atención hacia la pregunta del coste. «No quiero hablar de la cantidad exacta del presupuesto, así que voy a decirlo de otra manera: nunca hay dinero suficiente para hacer la película que de verdad quieres realizar». Keanu a su lado, se limita a sonreír cómplice, para retomar nuevamente la palabra.

¿Cuál ha sido el mejor aprendizaje que has tenido de esta película?

[reflexiona] Como actor eres parte de una historia, pero como director eres responsable de todo lo que la misma implica. Sin embargo, no puedes hacerlo todo tú mismo, de allí la importancia de la colaboración, la cual fue un verdadero regalo. De modo que la cooperación, el intercambio, el esfuerzo conjunto en sacar este filme adelante, fue para mí la gran enseñanza de esta experiencia.

¿Qué significa la historia de este filme en lo personal?

Se trata de mostrar aspectos universales como la confrontación de la modernidad y la tradición, la cual solemos olvidar. Significa seguir la historia de ese hombre enfrentándose al reto de encontrarse a sí mismo en un mundo lleno de seducciones, tentaciones y poder; y cuando nos confrontamos con la pregunta de quiénes somos realmente, tomando en cuenta que estamos inmersos en un entorno en el que de alguna manera tenemos que sobrevivir, resistir, y llegar a compromisos con nosotros mismos.

¿Cuál fue la experiencia más loca que tuviste rodando en China?

Pienso que todas las producciones tienen sus momentos de locura. Estuvimos 105 días rodando en su mayoría en Pekín, también en Macao y Hong Kong. Tuvimos los retos que se tienen en todos los rodajes, pero esos desafíos es cierto que te pueden volver loco. A pesar de tener un plan, cuando estás en plena acción, puede resultar una cosa diferente. Por ejemplo, cuando estábamos rodando en Hong Kong tuvimos que parar porque hubo un huracán muy fuerte.

¿Ya tienes otro proyecto para dirigir?

Me encantaría encontrar una nueva historia para contar. Apenas terminamos esta película, está aún fresca, pero desearía volver a dirigir.

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