Pili Zabala Artano | Hermana de Joxi Zabala
Reflexiones para avanzar en el proceso de paz y convivencia
Tenemos que conseguir crear una sociedad que extraiga de todo este dolor gente con conocimiento de la verdad, voluntad, sabiduría e ilusión, que crea en el ser humano, en el bien, y en la paz
A todos los partidos les une un objetivo común: la paz, convivencia y armonía entre los ciudadanos. Por tanto, deben ser conscientes que para conseguir unos mínimos comunes compartidos tendrán que tener paciencia, escuchar realidades diferentes y, a veces, flexibilizar sus posturas. Se trata de cambiar determinados comportamientos no adecuados por unas nuevas conductas más psicopedagógicas. Todo ello requiere de nuevas reprogramaciones neurolingüísticas, es decir, primero se deben desterrar viejos esquemas de desconfianza hacia lo diferente y muchas veces desconocido y, segundo, abogar por el uso de nuevos modelos de pensamiento positivo con el uso de un lenguaje común más apropiado para conseguir una sociedad más armónica, estable, equilibrada y bella. Estas hermosas palabras se deben traducir en acciones que exigen creatividad, ingenio, esfuerzo, buena voluntad y mucha, mucha paciencia.
Desde mi perspectiva de observadora creo que el objetivo principal debe ser conseguir el bien de la mayoría de la sociedad o lo que equivale a trabajar por una «sociología del bien común».
Se deben reconocer, rechazar y reprobar todas las vulneraciones de DDHH, pues se trata de conseguir una sociedad con unas mejores normas de convivencia, valores más sólidos, más humana para todos que permita conseguir mejor y mayor cota de democracia. Yo lo llamaría revisión objetiva del pasado y que sirva para aprender de los errores cometidos. Si para algo sirve el aprendizaje, el conocimiento y la sabiduría es para ser mejores personas y crear una sociedad con mayor inteligencia emocional, importante cualidad digna de potenciación.
Reconocer por medio de la investigación, sin obstáculos y con transparencia, la verdad de nuestra historia reciente (secuestros, desapariciones, asesinatos, atentados, extorsiones, etc. ). Hay que reconocer todas las vulneraciones de DDHH, algunas cometidas por el Gobierno utilizando métodos ilegales e invisibles que no dejan huella, ni rastro. Es sumamente grave que un Estado que ostenta el poder utilice la violencia como medio para combatir la existencia de un grupo armado. Sociológicamente nunca se podrá aceptar que «el GAL no estuvo mal» y, para ello, se debe crear una nueva conciencia de pensamiento más ética y humana (basada en los artículos de los DDHH) que deseche cualquier esbozo de uso de las armas. Y, por supuesto, depurar responsabilidades. Hay que tener en cuenta que el pueblo que no reconoce su historia está condenado a repetirla. Yo abogo por el «aprendizaje basado en problemas», que es una metodología utilizada en el campo de la medicina y creo que en el avance del proceso de paz podría dar buenos resultados para que nunca más se repitan las injustas situaciones vividas.
Los políticos han sido votados y cobran unos sueldos importantes para solucionar los problemas de este nuestro pueblo. Como en todos los trabajos, el político que no vale debe ser sustituido por alguien que esté mejor formado y que tenga nuevas ideas-soluciones. Creo que ahí, nuestros jóvenes sobradamente preparados tienen mucho que decir. Y, seguramente, no están emocionalmente tan condicionados como otros políticos que llevan 30 años en el Parlamento Vasco.
Las leyes se deben reformar. ¿Desde cuándo está en vigor el Código Penal, Civil? La Reforma del Sistema Judicial se debería realizar para no permitir que se den agravios comparativos tales como que Julen Elgorriaga del PSOE y Galindo, guardia civil expulsado, condenados a más de 75 años de cárcel, estén en la calle alegando supuestos problemas de salud, cuando sabemos que disfrutan de unas pensiones millonarias pagadas con dinero público y sus supuestos problemas de salud son compatibles con la vida en prisión. Todos estos hechos dejan ver que el Estado se ha reído de los vascos constantemente, y yo creo que nuestra familia ha sido injustamente maltratada por el momento histórico que nos ha tocado vivir.
Los ciudadanos deberíamos organizarnos mejor y planificar estrategias positivas y progresistas de cara a ejercer cierta presión que obligue a los políticos a tomar decisiones más reales y mejores para el bienestar de todos.
Tenemos que conseguir crear una sociedad que extraiga de todo este dolor padecido gente con conocimiento de la verdad, voluntad, sabiduría e ilusión, que crea en el ser humano, en el bien, en la paz y en una nueva forma de pensar en la que no exista ningún resquicio de justificación de ningún tipo de forma de ejercer la violencia.