Munilla está muy lejos del sentir de Gipuzkoa
Resulta difícil entender la polémica creada, artificialmente, en torno a la conferencia de paz que el próximo mes de octubre se va a celebrar en Donostia por iniciativa del consistorio y con las instituciones de base local como ámbito de referencia. A la conocida negativa de PP y PSE a asistir, con declaraciones lamentables como la del ex primer edil Odón Elorza, quien afirmó que la cita no va a servir para nada, ayer se sumaron las opiniones del obispo José Ignacio Munilla y del portavoz jeltzale en las Juntas Generales, Markel Olano.
Quien fuera diputado general concedió que la conferencia puede ser positiva, pero -añadió- solo en caso de que se establezcan «unas buenas bases y se haga bien». Y advirtió de que un evento de estas características no debe utilizarse en beneficio de ninguna organización política. No habría nada que reprochar a esta acotación si Olano no fuera dirigente de un partido que puede ayudar mucho a que, efectivamente, ese foro cuente con unas bases adecuadas y se haga «bien». El PNV gobierna en Lakua y es un agente político de primer orden en este país, de modo que si realmente quiere que la conferencia discurra positivamente será mucho más provechoso que arrimara el hombro y deje de poner exámenes al resto constantemente. Respecto a lo inadecuado de buscar réditos de esta iniciativa, mejor haría en buscar la viga en el ojo de su formación.
Con todo, lo que resulta grave es que el obispo de Donostia arremeta contra una propuesta que pretende acercar a este país a la paz, sea esta o cualquier otra. El gobierno municipal ha decidido hacer su propia aportación a la búsqueda de soluciones, con humildad y ciñendose a su ámbito de actuación, y eso le parece mal a José Ignacio Munilla, cuyos argumentos recuerdan mucho a los de la derecha española. El principal representante de la Iglesia en Gipuzkoa vuelve a demostrar que está lejos, muy lejos, del sentir de sus feligreses y, por supuesto, del conjunto de la sociedad guipuzcoana.