Ocurra lo que ocurra, todo apunta a que la 2013-2014 será la última campaña de José Luis Mendilibar sentado en el banquillo osasunista. Si juego y resultados no acompañan, sumado al gran coro de críticos que tiene en las gradas de El Sadar, se podría incluso precipitar su salida. Si, en cambio, da con la tecla y firma una temporada como la 2011-2012, seguro que novias no le van a faltar al técnico zaldibartarra, cuyo trabajo es bastante más apreciado fuera que por estos lares.

De una forma o de otra, lo que es cierto es que el vizcaino va a cumplir su cuarto año en la escuadra rojilla -tres y medio para ser más exactos, pues llegó mediada la 2010-2011-, y eso es ya mucho tiempo para lo que viene siendo habitual en los ciclos de los entrenadores de fútbol. En este último periplo en la máxima categoría, solo Javier Aguirre le superaría. El mexicano aguantó hasta cuatro ejercicios completos, con sus altibajos, al frente del plantel rojillo.

Conociendo su carácter, de lo que no cabe ninguna duda es de que Mendilibar intentará cerrar su trayectoria en Osasuna dejando el mejor regusto posible en sus defensores y tratando de contradecir a sus detractores. No será tarea sencilla, aunque en esta ocasión, cuenta con una cierta ventaja que en anteriores inicios ligueros no se había dado: prácticamente mantiene el mismo bloque de hace un año.

Solo la salida del pichichi anterior, Kike Sola -lo que no es poco-, varía la confirmación de un grupo que, por lógica, debe tender a consolidarse y madurar. Pese a los escarceos habidos en el mercado veraniego, piezas claves de este equipo -si el plazo de traspasos, que finaliza el día 31, no lo impide- continuarán un año más bajo la disciplina del cuadro navarro. Quizás una mala noticia para las arcas rojillas, pero una muy buena para su asentamiento deportivo.

Hombres como Andrés Fernández o Alejandro Arribas, tentados por las ofertas de Villarreal y Sevilla respectivamente, permanecerán en Iruñea, tras frustarse sus salidas. Ambos jugadores no solo son indiscutibles en el once de Mendilibar, sino piezas básicas en el apartado defensivo, aquel en el que el club rojillo ha fundamentado en los últimos años sus permanencias en la máxima categoría.

Está por ver si su rendimiento sobre el césped se verá resentido tras no haberse concretado sus respectivos traspasos, especialmente en el caso del defensa madrileño, con un mosqueo importante por impedir su marcha a la entidad hispalense, pero habrá que confiar en su demostrada profesionalidad y en que, en su beneficio propio, les interesa protagonizar otra buena temporada para volver a estar en el escaparate el verano que viene.

Sin dormirse en los laureles

Aparte de esos nombres, lo normal es que en otros jugadores se deje notar el poso tras haber debutado con cierta continuidad al más alto nivel el año pasado -Oier y Raoul Loé-, que quienes llegaron a mitad de temporada -Silva y De las Cuevas- ya no necesiten su periodo de integración, y que otros den un paso al frente en su aportación ofensiva -caso de Armenteros y Cejudo-. Todo ello combinado con la experiencia de futbolistas como Patxi Puñal o Miguel Flaño debe redundar en el afianzamiento de un conjunto destinado a crecer deportivamente.

Esa progresión no podrá darse si el equipo vuelve a dormirse en los laureles, como hizo el año pasado, en el comienzo de la competición. Esta campaña, además, el inicio es especialmente importante por los rivales que va a tener enfrente, casi todos de su misma Liga. Entrar con buen pie traerá consigo no estar con el agua al cuello jugando jornadas de infarto en el último tramo liguero.