Y en esto que llegó la cara b de la opulencia futbolera
Lo que parecía que nunca ocurriría sencillamente ha sucedido. A los hasta ahora intocables clubes de fútbol profesionales les ha llegado la época de las vacas flacas y toca dieta de adelgazamiento. La LFP ya se ha puesto manos a la obra con un estricto conjunto de normas a cumplir.
Hasta dentro de alguna temporada más no podremos comprar jugadores. Los presupuestos todavía no los tenemos ajustados porque necesitamos realizar un esfuerzo mayor y lo estamos intentando. Nos hemos puesto de plazo, si es posible, antes del primer partido de Liga y, si no, a lo largo de este mes para dar cumplimiento a lo que todos los clubes nos hemos obligado, que es cumplir el control presupuestario estrictamente».
Las palabras corresponden a Jesús García-Pitarch, actual director deportivo del Zaragoza, otrora un club que no le hacía ascos al mercado veraniego -no está tan lejos la curiosa, por llamarlo de alguna manera, operación que realizó para incorporar al guardameta Roberto por un montante de 8 milones de euros-, pero al que ahora las circunstancias han obligado a llevar la hebilla de su cinturón hasta el último agujero, con la expectativa no descartable de que deba horadar algún que otro orificio más en su particular correa deportiva.
La etapa de excesos y extravagancias de la Liga española parece haber tocado a su fin, y quien más quien menos se prepara como buenamente puede para afrontar una época de vacas flacas cuyo final no se vislumbra muy cercano. Un número capicúa tiene la culpa. 4.114 millones de euros, una cifra mareante se mire por donde se mire, que es lo que los clubes debían a finales de junio, 610 de ellos a Hacienda. La actual psicosis social por la complicada situación económica generada por instituciones bancarias y financieras no ha hecho sino hacer saltar las alarmas entre la ciudadanía por un agravio comparativo hacia las entidades futbolísticas que viene de bien lejos, pero al que, cosas del destino y la opinión pública, solo ahora parece que se le vaya a meter mano.
La restrictiva coyuntura ha coincidido con la llegada al sillón presidencial de la Liga de Fútbol Profesional (LFP) del que fuese mano derecha de José Luis Astiazaran y también conocido por estos lares por ser abogado de Dimitry Piterman, Javier Tebas. Entre las ganas de este último de desmarcarse de la línea de su antecesor y buscar la suya propia, y el brusco despertar a la realidad de los clubes, conscientes de que con la anterior dinámica caminaban hacia el abismo, el organismo que representa a las entidades futbolís- ticas profesionales se ha embarcado en una cruzada por sanear las arcas que ya comienza a dejar algunos cadáveres y amenaza con acabar con otros moribundos.
EQUILIBRIO ENTRE INGRESOS Y GASTOS
«Normas y criterios para la elaboración de los presupuestos de los clubes y las sociedades anónimas deportivas» es la denominación que se le ha atribuido al documento aprobado por la LFP, cuyo contenido es tan simple como lógico: no se puede gastar más de lo que se ingresa. Por primera vez, los presupuestos de los clubes de fútbol han tenido que pasar por el tamiz y la aprobación de este organismo para poder ser inscritos en las diferentes categorías. El criterio es sencillo: el total de los ingresos ordinarios derivados de los derechos televisivos, abonos, entradas, patrocinios, participación en competiciones europeas y venta de jugadores, menos los gastos operativos y los destinados a la cancelación de su deuda, es lo que constituye el límite de coste de la primera plantilla -jugadores y técnicos-, que no debe sobrepasarse. Una cantidad que la fija la LFP, con el objetivo de «garantizar la sostenibilidad y viabilidad económica del fútbol español», según asegura dicha asociación.
Quien pensó que el anuncio de la puesta en práctica de estas nuevas normas no era sino otra operación de maquillaje de la patronal del fútbol profesional, y que no derivaría en la toma de decisiones drásticas, se equivocó. A los dirigentes del Guadalajara no les dio tiempo ni a asimilarla. A principios de junio, el equipo dirigido por el vizcaino Carlos Terrazas fue descendido, vía administrativa, a Segunda B, por «irregulari- dades» en su proceso de ampliación de capital, amén de ser interpuesta una querella contra su presidente, Germán Retuerta, por presuntos delitos de estafa, apropiación indebida y administración desleal.
El club castellano abrió la espita, pero la lista de equipos con problemas se fue alargando, convirtiéndose en un culebrón veraniego. Futbolistas, directivos y cuerpo técnico tuvieron que rascarse el bolsillo para que al Mirandés no le ocurriese lo mismo que al Guadalajara en su proceso de conversión en sociedad anónima, y esta misma semana el Alcorcón, con suspense incluído, superaba el examen de la Comisión Delegada de la LFP para mantener, por cuarta temporada consecutiva, su puesto en la categoría de plata.
La Unión Deportiva Salamanca desapareció, dejando paso a un Salamanca Athletic Club ya inscrito en Segunda B, tras adquirir Juan José Hidalgo los derechos del primero en subasta por 240.000 euros. El Deportivo salvó in extremis su descenso a Segunda B por no saldar las deudas con sus jugadores, motivo que llevó a otro histórico, el Xerez, a Tercera. Jaén y Real Murcia pasaban por parecidas vicisitudes. Por no hablar de los equipos implicados en presuntos amaños -Racing, el citado Xerez y el denunciante Girona-, cuya resolución está pendiente y podría suponer todavía más castigos.
SOCIEDAD ANÓNIMA
Lo cierto es que la epidemia todavía no ha alcanzado a ningún Primera, pese a los enormes agujeros de casi todos ellos, y la mayor duda que flota en el aire es si a la LFP le temblará o no el pulso si se diera el caso. Una incógnita casi tan grande como comprobar qué sucederá en el próximo mercado invernal con las escuadras a quienes los resultados no acompañen, cuando el organismo futbolístico les impida adquirir refuerzos por su delicada situación financiera. ¿Cumplirán el acuerdo pactado o será más fuerte el miedo a verse camino del descenso?
Mientras tanto, los dos grandes siguen ajenos al mundo real y a las leyes económicas básicas, aunque incluso su estatus podría tambalearse, en este caso como consecuencia de instancias superiores. El anuncio de que la Unión Europea está analizando la posibilidad de establecer la obligación de que todos los clubes pasen a ser sociedades anónimas afecta, de rebote, a dos de los nuestros, Osasuna y Athletic, cuya histórica idiosincrasia pasaría a ser modificada de golpe. De lo que no cabe duda es de que, parafraseando al gran Evaristo, se podría convenir en que ahora mismo estamos viviendo la cara B de la opulencia futbolística.
Natxo MATXIN