Cualquiera que haya transitado por la capital labortana estos últimos años ha podido percibir -o, incluso, utilizar- unos silenciosos microbuses naranjas que circulan por las céntricas calles, incluidas las intrincadas callejuelas de Baiona Ttipia. Es la flotilla de lanzaderas eléctricas que, de forma gratuita, ofrece la posibilidad de enlazar en los dos sentidos los aparcamientos del exterior con el centro de la ciudad; en particular desde Glain, Champ de Foire-Paulmy, Sainte Claire y Port d'Espagne.

La flotilla de cinco microbuses acaba de ser renovada por otros más eficientes y confortables. Además, tienen una autonomía de 120 horas, muy superior a las antiguas (50 horas) y las baterías pueden recargarse sin tener que ser retiradas del vehículo. Otra ventaja, según la empresa Chronoplus que gestiona el servicio, es que son más silenciosas, algo que los vecinos agradecen sobremanera, si bien requieren más atención por parte de los viandantes, en particular en las calles pequeñas, ya que es más difícil darse cuenta de su paso.

A partir de setiembre, contarán con un sistema de geolocalización que permitirá a los usuarios conocer su posición exacta en tiempo real y el tiempo aproximado de espera desde las paradas que están equipadas de los correspondientes terminales (las cercanas a los parkings y la del Mercado).

Como hasta ahora, recorrerán el circuito de 2,7 kilómetros todos los días, salvo festivos, de 7.30 a 19.30, con una frecuencia media de 6 a 8 minutos.

Si la empresa concesionaria y, por ende, el Ayuntamiento y la Compañía de Transportes de la Aglomeración Costa Vasca-Aturri (STACBA) han vuelto a invertir en este dispositivo es que la apuesta se ha revelado muy positiva. Una media de 1.500 personas lo utilizan todos los días (2.200 los sábados). Mientras que en 2004 la tasa de utilización era de 360.000 pasajeros al año, ahora roza los 600.000, lo que convierte a Baiona en la tercera ciudad del Estado que más utiliza este tipo transporte.

Esas cifras se traducen en otros tantos vehículos menos circulando por el centro con la consiguiente reducción de emisiones de CO2. Complementado con la peatonalización progresiva de algunas calles del centro (la próxima será la calle Pannecau, en el Pequeño Baiona), el tránsito por la capital labortana debería ser más fluido.

El que menos cuesta

La adquisición de las cinco nuevas lanzaderas ha costado 988.000 euros. Los gastos de funcionamiento son de 625.000 euros al año, repartidos entre la Compañía de Transportes (50%), la Mancomunidad (35%) y el Ayuntamiento de Baiona (25%). El coste por pasajero es, por tanto, de cerca de 1,10 euros, el más barato de toda la red de transporte urbano.

En Baiona existe otra lanzadera gratuita (Express'Ho) pero está más bien dirigida a impulsar a los usuarios que acuden al centro hospitalario a que aparquen en el parking de La Floride, ya que el del hospital suele estar a menudo colapsado.

Otras ciudades de la aglomeración también cuentan con sistemas similares aunque menos importantes, cuando menos, fuera del periodo estival. Por ejemplo, en Biarritz hay una lanzadera que funciona todo el año en el circuito de los parkings de la ciudad, de lunes a sábado, al igual que la que enlaza con el barrio Saint Charles.

Hendaia también tiene una oferta de lanzaderas gratuitas, denominadas Uribil, que cubren dos líneas. Una va desde Pausu hasta Txipienia y otra desde la zona comercial Bidasoa hasta Deux Jumeaux; ambas pasan por el centro y por la playa. En verano, estas líneas tienen más frecuencias. Además, este año, el Ayuntamiento hendayés ha abierto otra línea experimental que une Joncaux con Biriatu.

Más en verano

Dado el notable aumento de población en la época estival, casi todas las localidades costeras han ido instalando servicios de lanzaderas gratuitas para facilitar el acceso a las playas y campings. Así, desde finales de abril hasta finales de septiembre, Biarritz abre una línea gratuita, la de la Costa de Los Vascos, que va desde este lugar hasta el centro Helianthe pasando por el Puerto Viejo. Circula cada 15 minutos de 10.00 a 20.00, incluidos los domingos y festivos.

Otro tanto ocurre en Angelu con la lanzadera Océane, que durante los meses veraniegos absorbe gran cantidad de turistas que se dirigen a sus playas. Estos pueden optar por dejar los automóviles en los aparcamientos de Quintaou, Cinco Cantones, Minera o Stella-Maris, y desplazarse hasta el borde del mar, gratuitamente, en la lanzadera. De este modo se reduce el tráfico a lo largo del paseo de la costa en busca de un aparcamiento en primera línea de playa, misión casi imposible durante este periodo.

El alcalde, Jean Espilondo, considera todo un «éxito» el dispositivo puesto en marcha por primera vez en 2009. El año pasado unas 63.000 personas utilizaron el servicio Océane, una media de 1.000 por día con picos de 2.500 y 3.000 en algunas jornadas de agosto.

Donibane Lohizune y Ziburu cuentan con lanzaderas (Itzulia) desde los aparcamientos de Jalday hasta Sainte Croix y a Sokoa, otra línea desde el barrio Alturan y una cuarta que une Akotz con el centro. Estas no son gratuitas, aunque el precio es asequible (1 euro). Con el mismo coste se puede aparcar todo el día en Xantako y desplazarse en bus al centro.

Para las playas de Bidarte no hay lanzadera, sino el servicio de la línea 13 de Chronoplus, por 1 euro el trayecto y billetes válidos por 24 horas e, incluso, para siete días a tarifas decrecientes.

El avance en la oferta de estos dispositivos que se inscriben en el desarrollo sostenible y en el reforzamiento del servicio público es evidente, pero sigue siendo insuficiente, al menos en los meses estivales, para hacer desaparecer de la costa vasca las monumentales caravanas.