sangrienta operación policial en egipto
Los Hermanos Musulmanes resisten mientras se suceden los muertos
La tensión y la muerte volvieron apoderarse ayer de Egipto, que se hunde en el caos. En el Viernes de la Ira los Hermanos Musulmanes resistieron en las militarizadas calles del país la brutal ofensiva de las autoridades instaladas por el Ejército tras el golpe de Estado y anunciaron una semana de protestas. El balance de víctimas mortales era confuso, pero según algunas fuentes superaba el centenar.
GARA | EL CAIRO
La violenta ofensiva de las fuerzas de seguridad contra los partidarios del derrocado presidente Mohamed Morsi, que ayer se movilizaron por miles con motivo del rezo semanal, convertido en Viernes de la Ira, transformaron algunos barrios de la capital en campos de batalla y en todo el país se habría saldado, aunque las cifras son confusas, con más de cien muertos. Solo el miércoles se registraron más de 600.
Los Hermanos Musulmanes siguieron resistiendo en las calles, bloqueadas por el Ejército desplegado en masa y por los progubernamentales «comités populares», y llamaron a manifestarse de forma pacífica -igual que ayer- en los próximos días, convocando una semana de protestas contra el golpe de Estado, mientras el Gobierno instalado por el Ejército tras el golpe de estado afirma ahora que lucha contra «un malvado complot terrorista de los Hermanos Musulmanes» y autorizó a sus fuerzas de seguridad a disparar a los manifestantes.
Ayer, los enfrentamientos más graves se produjeron en la plaza cairota de Ramsés, donde, se registraron decenas de víctimas mortales. El Partido Libertad y Justicia cifró en 97 el número de fallecidos en El Cairo; ocho en Alejandría -16, según otras fuentes- y en diez en Ismaïlia (Suez).
Pero el balance es confuso. El Gobierno contabilizó 17 muertos en todo el país y la agencia AFP informó de 70 muertos, ya que contó 39 cuerpos en dos morgues improvisadas en mezquitas adyacentes a la plaza Ramsés y señaló que fuentes de seguridad dijeron que otras 31 murieron en distintas provincias. Según otras fuentes de seguridad citadas por Efe, los islamistas atacaron la comisaría cairota de Ezbeqiya, donde se registraron quince fallecidos. Reuters apuntó que al menos 24 de los fallecidos ayer en todo el país eran agentes de Policía.
Los Hermanos Musulmanes denunciaron que las fuerzas de seguridad, apoyadas por los «baltaguiya» (matones), dispararon contra los manifestantes, algunos de los cuales saltaron desde puentes para no ser disparados.
La Hermandad advirtió de que el derramamiento de sangre solo aumentará «la insistencia del pueblo egipcio para acabar con el sangriento golpe militar» que derrocó a Morsi, y se reafirmó en que «no queda más camino que actuar» contra el golpe de Estado. Sostuvo que el objetivo último del Ejército no era desmantelar las acampadas sino «someter y humillar al pueblo egipcio bajo un régimen militar y denunció que se haya autorizado a las fuerzas de seguridad a utilizar fuego real contra los manifestantes.
Su líder, Mohamed Badia, que se encuentra en paradero desconocido, subrayó que las Fuerzas Armadas solo persiguen tomar el poder y «establecer un Estado militar, dictatorial y policial».
Primeras críticas de la UE
Mientras Egipto se hunde en el caos y algunos advierten del riesgo de guerra civil, la llamada comunidad internacional sigue reaccionando con tibieza.
La Unión Europea (UE) lanzó ayer sus primeras críticas a las autoridades golpistas, al culpar, por boca de su responsable de Exteriores, Catherine Ashton, al Gobierno interino y a la clase política del país de la situación en Egipto, y anunciar que los Veintiocho discutirán posibles «medidas apropiadas» en respuesta a la violencia. Ashton ha convocado para el lunes una reunión de embajadores comunitarios.
En una línea similar, París, Londres, Berlín y Roma pidieron ayer una postura común «fuerte» ante esta crisis para intentar frenar la espiral de violencia en Egipto. Coincidieron en el fin de la violencia y de la represión, el respeto a los derechos humanos y la recuperación del diálogo deben ser la prioridad inmediata y señalaron que la UE «debe trasladar estas exigencia y examinar sus relaciones con Egipto», por lo que abogan por que los veintiocho ministros de Exteriores se reúna rápidamente con ese fin. Alemania se plantea incluso reconsiderar sus relaciones con Egipto, aunque solo Dinamarca ha tomado medidas al anunciar, el jueves, que suspende su ayuda bilateral de 4.000.000 euros.
La UE ha venido prestando un importante apoyo económico a Egipto desde la revuelta que desbancó del poder a Hosni Mubarak. 450 millones de euros entre 2011 y 2013.
El jueves, el presidente de EEUU, Barack Obama, condenó la actuación de las fuerzas de seguridad y anunció la cancelación de los ejercicios militares conjuntos previstos para setiembre, aunque no tocará la ayuda militar de 1.300 millones de dólares anuales que concede a Egipto. La Presidencia egipcia se molestó con el anuncio y expresó su temor de que esas «declaraciones no basadas en verdades den más fuerza a los grupos armados y les anime a atentar contra la estabilidad y la transición democrática».
Las nuevas autoridades egipcias anunciaron también la suspensión de las maniobras navales conjuntas con Turquía previstas para octubre en protesta por lo que consideró una «inaceptable injerencia» de Ankara en sus asuntos internos al condenar la sangrienta represión contra los manifestantes que apoyan a Morsi. Turquía retiró el jueves a su embajador, gesto que fue respondido de igual modo por Egipto.
Pero frente a quienes han cuestionado la actuación del Gobierno egipcio, la mayoría de los líderes árabes han apoyado tácita- mente el golpe de Estado y la represión contra los Hermanos Musulmanes, en quienes ven una amenaza a su poder, según expertos. Además de Turquía e Irán, que no son árabes y disputan la condición de potencia regional a Arabia Saudí, solo Qatar y Túnez han condenado enérgicamente el derramamiento de sangre.
«Lo que ha pasado en Egipto es parte de lo que puede llamarse una Guerra Fría árabe, y ahora es fácil saber quién es el ganador», declaró a AFP Shadi Hamid, experto en Oriente Medio del Brookings Doha Center. Según él, los vencedores son Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos, que «aplaudieron un golpe de Estado que beneficia a sus intereses regionales y supone un golpe a sus más peligrosos rivales, los Hermanos Musulmanes». Consideran a la Hermandad una amenaza para las monarquías del Golfo y Arabia Saudí no le perdona su flirteo con Irán, su principal adversario en el liderazgo regional.
Máxima contención
El mismo día se reunió el Consejo de Seguridad de la ONU, que se limitó a expresar su preocupación por la situación en el país árabe y a pedir «máxima contención» a las partes enfrentada». El jefe de Asuntos Políticos del organismo, Jeffrey Feltman, viajará la próxima semana a El Cairo.
Desde la equidistancia también, la Unión Africana (UA) llamó al Gobierno interino y a los Hermanos Musulmanes a la «moderación» para evitar más víctimas y les instó a abrazar «el espíritu de conciliación, el diálogo y la reconciliación nacional», al tiempo que insistió en la necesidad de que se lleve a cabo una «transición incluyente».
Egipto anunció ayer la retirada de de sus embajadores de Ankara y Quito después de que los gobiernos de Turquía y de Ecuador llamaran a consultas a sus respectivos representantes diplomáticos. Venezuela decidió, igualmente, retirar a su embajador en El Cairo y pidió al mundo que reaccione.
Las protestas por el brutal desalojo de los campamentos de los partidarios del derrocado presidente Morsi que finalizó en masacre superaron las fronteras egipcias y se extendieron por distintos países.
En Jordania, la denuncia se inició frente a la gran mezquita de Hussein, en Amman. Varios miles de manifestantes, entre ellos el líder de la Hermandad Musulmana en Jordania, Haman Said, y opositores independientes y de izquierda denunciaron el golpe y acusaron al Ejecutivo jordano de apoyar la intervención militar. «La masacre en Egipto solo tendrá el efecto de fortalecer a los islamistas», manifestó Said.
En Jerusalén, unas 600 personas se concentraron tras las oraciones del viernes en el Monte del Templo, acusaron al general Abdel Fattah al-Sissi de ser «un colaborador americano para Israel» y reclamaron la restitución de Morsi. Similares protestas se realizaron en Cisjordania y la Franja de Gaza.
En Paquistán, un millar de manifestantes reclamó la salida de los golpistas. En Jartum, quinientos manifestantes denunciaron la represión contra los partidarios de Morsi. En la protesta se portaron pancartas con la leyenda «Sissi: agente israelí y americano». En otras se preguntaban dónde está la Corte Penal Internacional de La Haya.
Otras quinientas personas se movilizaron en el centro de Rabat, capital de Marruecos. Los manifestantes corearon, entre otros eslóganes, «Al-Sissi es un cobarde, el pueblo de Egipto no será humillado».
Las manifestaciones se sucedieron también en Turquía, Yemen, Indonesia, Túnez, Libia y Londres.
En todas las mezquitas de la capital bosnia de Sarajevo se llevó a cabo una ceremonia religiosa por «los mártires egipcios», en las que el gran mufti denunció la «violencia del poder militar egipcio». GARA