Quienes han hecho la propuesta de la reducción de salarios como recurso para crear empleo no son los más adecuados para generar simpatías por la misma; ciertamente, ni el FMI ni la Comisión Europea se están caracterizando ni por la eficacia ni por los planteamientos sociales y progresistas de sus medidas. Pero dado que no surgen otras propuestas alternativas reales capaces de dar una respuesta sufi- ciente al gravísimo y urgente problema del paro, tal vez convenga olvidar al mensajero y analizar con objetividad las potencialidades reales de la medida. Desde luego, sería conveniente cambiar algunos puntos de partida de la propuesta: reparto del trabajo frente a reducción de salarios, que resultará así una costosa pero mera consecuencia; la solidaridad entre los trabajadores como punto de partida frente a intereses empresariales; dar prioridad en la generación y control de la propuesta a grupos de parados, sindicatos y Gobierno Vasco, relegando el papel de los empresarios al de cogestores de los acuerdos.

El Gobierno del Estado y los empresarios (que plantean próximos y dramáticos cambios en la legislación laboral, tal vez poco concordantes con la propuesta) se han opuesto radicalmente a la misma. Ese solo dato debería ser suficiente para que lo cuestionemos. Acabaré recordando que propuestas como esta ya venían oyéndose públicamente en boca de diferentes representantes sindicales. Insisto: no dejemos que el escaso mérito de los mensajeros nos impida valorar las posibilidades del mensaje.