Si por algo destaca Osasuna en los últimos tiempos -y le ha servido en buena medida para mantenerse en la categoría- es por su buen balance defensivo. Olvidar este aspecto primordial equivale a firmar la sentencia de muerte para una escuadra que no se prodiga especialmente en la faceta anotadora. En el estreno liguero el conjunto rojillo careció de esa cualidad tan suya y la bofetada ante el Granada no se hizo esperar.

Hasta el propio capitán, Patxi Puñal, lo reconoció. «Nos faltó intensidad defensiva, y no solo me refiero a los de atrás, también en varias fases del partido en el medio campo y hasta arriba en la salida de balón», asumió. De esa relajación, por llamarle de algún modo, llegaron jugadas tan determinantes como los dos goles con los que el equipo de Lucas Alcaraz acabó enterrando el encuentro.

En el que abrió el marcador, con errores encadenados. El primero de De las Cuevas por no perseguir a su par -Nyom-, que fue el que sirvió la primera diana granadina en bandeja a El Arabi, seguido de la mala colocación de Raoul Loé, incrustado entre los centrales, quien, como pivote que se manejaba por aquella zona, debía haber cubierto la carencia del alicantino, que dejó en inferioridad a Joan Oriol, con dos rivales a defender al mismo tiempo.

El segundo tanto andaluz también cabe atribuirlo no solo al acierto rematador de Yebda, sino también a la descoordinación a la hora de marcar al argelino en una jugada a balón parado. Pese a la mayoría de encar- nados en propia área y a que el Granada ya había ensayado con anterioridad otro saque de esquina al primer palo, los de Mendilibar se tragaron la maniobra permitiendo al futbolista de la escuadra granadina cabecear, con la oposición tardía de Arribas y Loé, cuyos errores le supusieron a este último quedarse en la ducha al descanso.

Centrales imprecisos

A lo mal que se contrarrestaron los corners -los que botó el rival en la segunda parte siguieron trayendo mucho peligro-, hubo que sumar el poco entendimiento y la imprecisión de los centrales rojillos, con el único descargo a su favor de que el equipo se volcó en la reanudación y eso les dejó más desguarnecidos a la hora de cortocircuitar las contras granadinas.

Es cierto que queda todo un mundo por delante para asimilar mimetismos y movimientos propios de la zaga, pero Loties dejó sensaciones contrapuestas. De ofrecer secuencias en las que destacó por su rapidez, a permitir algunos controles de balones a los adversarios, antojando cierta suficiencia. Por su parte, Arribas estuvo más fallón de lo que en él es habitual, quizás como consecuencia de hacer pareja con alguien con el que todavía no está compenetrado.