Xabier Sánchez Erauskin | Periodista
Meditación ante la tumba de un escritor «maldito»
Tu imagen quedó definitivamente acuñada al decidir, en tu último año de existencia, vivir y morir en Euskadi. No te lo perdonaron ni te lo perdonan
Amigo Bergamín; en agosto se cumplen treinta años de tu muerte. Estoy aquí, a tu lado, en tu cementerio de Hondarribia. Treinta años de silencio cómplice que ahogó tu figura anteriormente distorsionada por la lejanía de un exilio interminable. Fuiste escritor marcado por un insobornable sentido de la disidencia. Siempre navegando a contracorriente. Nacido en Madrid junto a la Puerta de Alcalá, en el lujo de una casa señorial, hijo de un Ministro del Gobierno.. acabaste pobre, viviendo de alquiler, pero orgulloso de ti mismo hasta el final de tus días. Compañero e interlocutor ilustre de una generación literaria única, la de García Lorca, Machado, Alberti, Guillén, Miguel Hernández, Cernuda o Juan Ramón, tu nombre fue ninguneado con el silencio o la infamia. Eras de la estirpe apestada de los Bernanós, León Bloy, Oscar Wilde, Rimbaud , Max Aub o Egdard Poe. Eras un escritor «maldito».
Caminabas en la senda de tu maestro y amigo Unamuno, el de «contra esto y contra aquello». Labraste tu coherencia a golpe de heterodoxias. Católico singular y comprometido en una Republica laica, más tarde, en la guerra, te significaste como implacable acusador de la «demoníaca» Iglesia española de la Cruzada. En aquella contienda, tú y tu alma anarquista asumió con disciplina el rol de un comunismo que no era el tuyo, por convicción de resistente contra la barbarie de los militares rebeldes.
En el largo y duro exilio, de Francia, México, Venezuela y Uruguay alimentaste siempre la llama republicana entre las amarguras, controversias y apostasías de tantos compañeros de viaje. Al cabo de los años, incomprendido por unos y otros, te arriesgaste en una incursión en la España del franquismo intentando romper desde dentro el muro de las libertades de expresión. Acabarían expulsándote muy pronto de tu tierra prometida .
Fuiste, y hoy sigues siéndolo, personaje maldito y controvertido.
Eras escritor inclasificable dentro de una generación de enormes literatos; creador de aforismos hondos y retorcidos, desconcertantes para muchos lectores: grandísimo poeta, oculto en los momentos de gloria de sus compañeros, para ser «descubierto» a desmano, en el último tramo de tu vida: ensayista genial de profundas intuiciones y preocupaciones filosóficas, no dudabas en «man- charte» con el realismo mas directo y comprometido: autor teatral, rompedor de esquemas y moldes establecidos: escritor de difícil, y en otras ocasiones, cristalina lectura: editado en el exterior, prohibido en España y por lo mismo autor ignoto e ignorado. .
Fuiste, y hoy sigues siéndolo, escritor maldito y desconocido.
Tu imagen quedó definitivamente acuñada al decidir, en tu último año de existencia, vivir y morir en Euskadi. No te lo perdonaron ni te lo perdonan. Aquí buscaste tu nuevo auto-exilio «para no darle a mis huesos tierra española». Como aquel otro compañero, Max Aub, que escribía en Madrid meses antes de su muerte en México; «Mientras reine Franco no moriré en España ni por casualidad. Cualquier otro lugar será bueno».
No podías resistir el aire irrespirable y las mordazas de la capital española. Buscaste una tierra en la que pudieras sentirte vivo, escribir y luchar contra la «tramposa transición monárquico-franquista».
Fuiste nuestro amigo, el amigo de Euskadi y sigues aquí. Aquí reposan tus huesos, al lado de aquel Comandante Saseta que murió en Asturias mandando un batallón de gudaris de ANV con la ikurriña al frente: cruce de banderas vasca y republicana.
Euskadi te acogió entonces con los brazos abiertos pero mantienen deudas pendientes contigo: reavivar tu memoria. Se que en Hondarribia, en el Aniversario, tus amigos te recordarán ante esta misma tumba. Tu entrega a nuestro pueblo merecía, sin embargo algo más de nuestra parte. En Euskadi no hay ni una sola calle o plaza con tu nombre. Ni siquiera en Donostia y Hondarribia. Tal vez tu esqueleto o fantasma se ha ido desvaneciendo en el tiempo y en la cruel desmemoria para dejar la imagen desamparada de aquel escritor maldito que murió soñando con la Tercera República...